Idioma y política

El caso de Alejandrina Cabrera –a quien se le prohibió ser candidata al Concejo Municipal de San Luis, Arizona, por considerarse que no hablaba suficiente inglés– va contra el principio básico de que son los votantes los que deben decidir quién los representará.

Entre los requisitos para concejal no está la obligatoriedad de tener un nivel determinado de fluidez en inglés, ni tener que pasar por exámenes lingüísticos, como se le pidió a Cabrera. Es difícil aceptar que sea un rival político de Cabrera quien haga la protesta sobre su falta de inglés y que sean jueces quienes terminen diciendo lo que es mejor para los residentes de San Luis. Esto abre una puerta peligrosa a posibles casos de discriminación.

Dicho esto, el caso de Cabrera también expone la cuestión sobre la necesidad de la comunidad inmigrante de hablar inglés para progresar en los Estados Unidos. En este caso, es muy posible que Cabrera hable un inglés suficiente para comunicarse con su electorado, el cual habla mayormente español. Pero discutible si su fluidez es suficiente como, por ejemplo, para cabildear directamente en favor de sus representados a nivel estatal y federal, especialmente con la precisión y claridad necesaria en asuntos gubernamentales.

Pero la discusión válida sobre la capacidad de Cabrera de representar adecuadamente a sus votantes es un tema que debe resolverse en el marco de una campaña electoral, no de los tribunales.

Más allá de las legalidades, el tema de Cabrera debe resonar en la comunidad latina como un ejemplo sobre la importancia de aprender inglés. Mantener nuestro idioma y riqueza cultural es tan valioso como aprender el idioma local. Para ello no es necesario crear leyes nuevas que establezcan el inglés como idioma oficial de los Estados Unidos. Eso es una pérdida de tiempo y recursos para reafirmar lo que es obvio. Nadie niega la importancia de hablar inglés. Por el contrario, las escuelas no dan abasto ante el interés de los inmigrantes de aprender inglés.

Una cosa, sin embargo, es reconocer la gran importancia de aprender inglés, y otra muy distinta es negarle la oportunidad a un electorado de elegir a quienes consideran puede ser su mejor representante.

La Opinión/ImpreMedia

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