Ocultó accidente y ahora gana millonaria demanda

Los dueños y contratistas deben proveer equipos de seguridad a sus empleados

El ecuatoriano José Ordóñez, de 37 años ganó una demanda por $10,015,000 por un accidente de trabajo.

El ecuatoriano José Ordóñez, de 37 años ganó una demanda por $10,015,000 por un accidente de trabajo. Crédito: Jose A. Rivera / EDLP

NUEVA YORK – Cuando José Ordóñez, de 37 años, converse en los próximos días a través de Skype con su esposa y sus tres hijos en Ecuador, les dará una noticia mala y una buena.

La mala, que en 2007 tuvo un accidente de construcción que lo ha dejado deshabilitado para trabajar para el resto de su vida; la buena, que recibió una compensación de $10 millones tras ganar una demanda laboral radicada en contra de sus patrones.

“Yo nunca le conté a mi familia que tuve un accidente en el que casi perdí la vida porque como están lejos no quería que sufrieran ni se preocuparan”, dijo Ordóñez. “Pero pronto voy a llamarlos y a contarles todo”, señaló.

Aunque recibir los $10 millones lo hace sonreír, cuando relata cómo ocurrió el accidente a Ordóñez se le quiebra la voz.

Ordóñez llevaba seis años trabajando para la empresa Milestone en remoción de asbesto y demolición. Cuando ocurrió el accidente, Milestone estaba subcontratada por la constructora Topflite, que removía asbesto en el edificio 346 West de la calle 17, en Manhattan.

“Yo llegué a las 7 a.m. a trabajar removiendo asbesto en un man-lift (ascensor de carga con un brazo mecánico y una canasta), pero uno de los trabajadores del turno de la noche me dijo que no me montara en la máquina porque al estar en una pendiente a la entrada de un estacionamiento, ésta se había resbalado y ellos tuvieron que hacer el trabajo con una escalera”, dijo Ordóñez.

El trabajador le comunicó al capataz que no usaría la máquina, explicándole las razones, pero éste le dio dos opciones: o te subes a la máquina o estás despedido.

“Yo decidí irme, pero él, de picado (enojado), botó a toda la gente que había ahí (ocho trabajadores). A mí me dio pena que por mi culpa botaran a mis compañeros y volví a trabajar”, dijo Ordóñez. “Yo le dije al capataz que, para subirme a la máquina, me diera al menos un arnés y un casco, y que atara la máquina con un cable para que no se resbalara, pero él no me dio nada y me dijo que subiera y dejara de estar llorando”, explicó el trabajador.

Ordóñez, precavido, colocó palos de madera delante de las ruedas de la máquina y subió a la canasta junto con Carlos Ramos, pero cuando llevaban una hora trabajando, el man-lift se apagó y a Ordóñez sólo le dio tiempo de gritarle a la gente que estaba frente a la máquina que se apartara, chocó con la pared a unos 20 pies de altura y cayó de la canasta junto con Ramos.

“Yo desperté en el hospital St. Vincent. Tenía tres costillas rotas, un trauma en la cabeza y cuatro fracturas en la espina dorsal, en el área lumbar, que en una operación me sujetaron con tornillos”, dijo Ordóñez. “Por los golpes de la cabeza, empecé a padecer de epilepsia y en un ataque me caí y me partí la frente y recibí 78 puntos de sutura. Ahora tengo que tomar medicinas por el resto de mi vida, y los médicos dicen que no puedo levantar más de 5 a 10 libras de peso”, señaló.

Su compañero de trabajo, Carlos Ramos, sólo se rompió la clavícula.

John Dalli, de la firma de abogados Dalli & Marino, localizada en el 231 de Mineola Boulevard, en Mineola, Nueva York, dijo que su firma ganó la demanda contra Topflite y el dueño del edificio, porque demostraron en un juicio que el trabajo era inseguro y violaba las leyes del estado de Nueva York.

“Cuando un trabajador, en un sitio de construcción, está desempeñando su labor en un sitio elevado, los empleadores tienen que darle equipos de seguridad, tales como arnés, lazos, casco, etc., de modo que si la estructura en la que se sostiene colapsa, el trabajador no caiga al suelo”, dijo Dalli. “El jurado en la Corte Suprema de Nueva York compensó a Ordóñez con $10,015,000. Este monto es por el dolor y el sufrimiento que Ordóñez padeció, por los salarios futuros que perdió, y los gastos médicos pasados y futuros”, dijo el abogado.

En 2001, buscando un mejor porvenir para los suyos, Ordóñez dejó a su esposa y sus hijos (hoy día de 15, 13 y 11 años) en Ecuador, y duró varios meses caminando hasta llegar a México. Cruzó por Arizona y se estableció en Nueva York, donde unos amigos lo ayudaron a conseguir trabajo en remoción de asbesto, convirtiéndose en un experto en el oficio.

Sobre sus planes, Ordóñez reveló que sus abogados lo están ayudando a arreglar su situación migratoria, porque quiere traer a su familia a los Estados Unidos.

“No me regreso a Ecuador porque allí no contaría con la atención médica y las medicinas que necesito para poder vivir”, dijo el trabajador ecuatoriano.

Dalli dijo que, pese a ser indocumentado, la ley protegió a Ordóñez porque éste no trabajó con documentos falsos y siempre pagó sus impuestos.

Mensajes dejados a Topflite Constrution para tomar su reacción no fueron contestados al cierre.

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