Buscan quien trabaje en Napa
Muchos de los inmigrantes han sido aprehendidos y deportados
SANTA HELENA, condado de Napa.- “El mayordomo me ha dicho que consiga otra cuadrilla, pero de dónde la vamos a agarrar. No hay dónde. A todos se los llevó la migra”. Con esta aseveración, Alejandro, un trabajador inmigrante mexicano cuyo apellido se reserva por miedo, resume la crítica escasez de mano de obra que enfrentan los viñedos del mundialmente famoso Valle de Napa.
“Nos ha perjudicado mucho la migra. En este campo con mucho esfuerzo completamos una cuadrilla de siete. El año pasado migración se llevó a mucha raza que venía aquí. La policía los detenía cuando venían al trabajo, y se los llevaban nomás por no tener licencia”, cuenta Alejandro de 23 años sin dejar de cortar el exceso de brotes que le roba la productividad a la planta principal de la vid.
El Valle de Napa, la principal región productora de vinos en el país así como otras regiones vitivinícolas del Norte de California, se encuentra ante una aguda falta de mano de obra en plena etapa de la soca de la vid cuando la eliminación de los retoños que no sirven para dar fruto es clave para mantener la calidad de la uva de vino. Algo que contradice la alta tasa de desempleo que tiene California de 10.9%, una de las peores desocupaciones del país.
“Los productores me han estado hablando para preguntarme sí tengo trabajadores. Yo les digo que de los 60 que hay aquí viviendo todos están ocupados”, afirma Ángel Calderón, líder comunitario y administrador de River Ranch, un campamento de viviendas para los trabajadores del campo pagado en su mayor parte por los productores de Napa.
“Luego me dicen; y qué sugieres. ¡Necesitamos trabajadores! Yo les digo con ironía que renten un tráiler con doble fondo y se vayan a Tijuana a traérselos”, comenta Calderón riendo.
Ya en plan serio, sostiene que los rancheros tienen que buscar la manera de traer legalmente trabajadores mexicanos con las facilidades que necesitan para llegar y vivir aquí. Algo que han intentado en los últimos años pero no lo han conseguido, de acuerdo a Brian Little, portavoz de la Federación del Buró de Agricultores de California (CFBP), una organización que representa a 74,000 productores agrícolas.
El problema, destaca Little, va más allá de Napa y se extiende a todo el estado. “Estamos muy preocupados porque tenemos una carencia de entre 30 a 40%. Por ejemplo si un agricultor necesita diez equipos de trabajo sólo consigue siete. Sí requiere cinco trabajadores sólo agarra dos”, expone.
Hace ver que si la escasez continúa es posible que el próximo año se empiece a sentir el impacto económico cuando los sembradores muy probablemente tengan que reducir sus siembras.
Según el reporte “Población Inmigrante no Autorizada: Tendencias Estatales y Nacionales 2010” de Jeffrey Passel y D’Vera Cohn, investigadores del Centro Hispano PEW, el número de inmigrantes indocumentados en la fuerza laboral del país ha decrecido de 8.4% en 2007 a 5.2% en 2010.
Passel atribuye el declive al aumento de la vigilancia policiaca a lo largo de la frontera que ha disparado los costos de los coyotes. “Muchos inmigrantes se preguntan sí vale la pena pagar tanto por lo que van a ganar aquí. Además el reforzamiento policial ha hecho que los cruces sean por lugares más remotos”, explica.
“Eso sin contar con que llegar hasta la frontera de México se ha vuelto muy peligroso debido a la violencia que prevalece en los estados norteños”, agrega.
El trabajador agrícola Gabriel lo confirma: “Él que entra indocumentado ahorita a Estados Unidos es porque tiene mucha suerte; y Dios está con él. La mera verdad ya no se puede”.
Cuenta que hace dos años a él le tomó cruzar por el desierto de Arizona un mes y tuvo que pagar 2,000 dólares al coyote, un dinero que le llevó juntar un año. “La verdad fue una travesía muy sufrida”, sostiene Gabriel quien hizo el viaje desde su natal Hidalgo, un estado en el centro de México.
Lo que está en juego con la escasez de mano de obra es la producción de uva para vino de mesa cuyo valor en 2011 fue arriba de 423 millones de dólares en Napa.
A Rosaura Segura, hija de un ex bracero, quien con su esposo Enrique López, es dueña de los viñedos Encanto, le preocupa que ante la falta de trabajadores, los pocos que hay, tendrán que laborar de día y noche durante la época de recolección de la uva que comienza a partir de agosto.
Incluso sostiene que el año pasado cuando comenzó a notarse la insuficiencia tuvieron que recurrir al uso de maquinaria en la época de cosecha.
“El Valle de Napa se conoce porque hacemos las pizcas a mano y eso es lo que la da calidad a sus uvas. Al hacer la recolección con máquina se pierde esa calidad que nos ha hecho famosos”, sostiene pensativa la productora de vinos quien es miembro de la Asociación México Americana de Vitivinicultores de los Valles de Napa y Sonoma.
Moisés Sánchez, un trabajador documentado que tiene casi 39 años viniendo de México a trabajar a Napa durante los siete meses que se lleva el proceso de siembra y cosecha de la uva de vino dice sin dudarlo que ésta es una de las épocas más difíciles que le ha tocado ver en cuanto a la carencia de trabajadores.
“Verdaderamente sí hacen falta. Nosotros estamos trabajando 10 horas de lunes a sábado. Este día ya hice 10 horas pero ahorita me regreso a darle a la chamba dos horas más”, platica mientras se toma un descanso después de comer.
Mientras que algunos viñedos lucen esplendorosos custodiados por hileras de rosales a lo largo de los sinuosos caminos que rodean el espectacular Valle de Napa; otros se observan llenos de maleza y las plantas de las vid con un exceso de ramas, lo que pone en evidencia la falta de la preciada mano de obra inmigrante.