Espaillat busca imponerse
Para ganarse el voto de los electores en un día regular de campaña, Adriano Espaillat, aparte de repartir volantes, bailó bachata, contó anécdotas de béisbol, recibió quejas y prometió soluciones, y hasta hizo las veces de curandero.
NUEVA YORK – Para ganarse el voto de los electores en un día regular de campaña, Adriano Espaillat, aparte de repartir volantes, bailó bachata, contó anécdotas de béisbol, recibió quejas y prometió soluciones, y hasta hizo las veces de curandero.
Espaillat, de 57 años, busca representar el nuevo distrito 13 en el Congreso de los Estados Unidos. Se enfrentará al congresista Charles Rangel, de 81 años, y a otros tres candidatos en las primarias demócratas pautadas para el próximo 26 de junio.
“Por lo regular yo me levanto a las 5 a.m. y ya a las 6 a.m. estoy frente a una estación de tren saludando a la gente y repartiendo volantes durante dos horas”, dijo Espaillat. “Me desayuno cerca de las 9 a.m. con un mangó con queso porque me ayuda a aguantar el día entero, y me gusta en un restaurante del distrito porque así aprovecho y hablo con la gente”, señaló.
De 10 a 11 de la mañana, Espaillat realiza llamadas para coordinar reuniones políticas, recaudar fondos, etc., y de 11:30 a 12:30 visitó varios centros de ancianos. A la 1 p.m. come en un restaurante del área y pide lo de siempre: un sancocho o moro de habichuelas y ensalada con berro. A las 2 p.m. se para frente a alguna escuela primaria a saludar a los padres, para luego regresar a la oficina a reagruparse. En la noche visita las estaciones de trenes, y luego va a tocar puertas.
En una visita sin anunciar al Star Senior Center de la calle 187 en Manhattan, Espaillat llegó a las 11:40 a.m. acompañado de su encargado de prensa, Ibrahim Khan, y desde que entró comenzó a repartir volantes con su plataforma política, unas ancianas que bailaban bachata lo agarraron por un brazo y se lo llevaron a la tarima y lo pusieron a bailar entre risotadas.
Para zafarse, Espaillat dijo que era más merenguero que bachatero y recomendó a las ancianas permanecer en un lugar fresco porque afuera la temperatura estaba muy alta. Luego habló con los ancianos que jugaban billar, quienes les pidieron un ‘acordeón’ para el taco.
Otros, como Elson Peña, le manifestaron su descontento con la decisión del asambleísta Guillermo Linares de respaldar a Rangel. “Aquí queremos estar unidos”, dijo Peña, y Espaillat le respondió que Linares, como demócrata, tiene el derecho de respaldar a quien desea y que él respetaba su decisión.
En otro centro de ancianos, el Rain de la avenida Vermilyea, Ana Valdéz, una de las ancianas, le dijo que le dolía la garganta y Espaillat le dio un remedio casero: “Prepare limón con miel de abeja y cebolla y tómese una cucharadita varias veces al día”.
Ese día, Espaillat participó en dos juntas editoriales, una de ellas con El Diario/La Prensa, hizo campaña en un estación de tren, y sostuvo una reunión, a las 7 p.m., con el Club Demócrata Ben Franklin en El Bronx. Por lo regular, su día finaliza pasadas las 12 de la noche.