Drogas y armas para la gente

Los muebles que colocas en tu hogar afectan mucho las relaciones entre las personas que ahí viven. Inclusive hay muebles que instigan a la violencia.

La violencia que ocurre tanto en México como en Estados Unidos es un asunto de creciente inquietud. Se acepta aquí en México que en parte los resultados de las elecciones del domingo pasado fueron determinadas por el rechazo por parte del sufragio de la “guerra” anti narco del gobierno, que ha cobrado las vidas de al menos 60,000 personas desde 2009. En los vecindarios pobres de EE.UU., tiroteos callejeros, en muchos casos por gente que pasan rápidamente en automóviles, han cobrado miles de vidas, en muchos casos de niños inocentes.

Los alcaldes de las ciudades grandes en EE.UU., por lo general, han definido esta violencia como un “problema policial” de reprimir a las pandillas callejeras. El resultado han sido leyes más estrictas y campañas por parte de la policía, por ejemplo en la ciudad de Nueva York, de parar y registrar a muchas personas en las vías publicas (“stop and frisk”). Estas medidas conllevan más quejas por parte del público sobre el perfilamiento racial.

En los Estados Unidos, se estima que hay 20 millones de individuos que compran la droga. Este mercado masivo de consumidores que pagan con efectivo ha sido el motivo por el crecimiento enorme de los carteles de narcotraficantes. Además, los narcos en México andan armados con armas de fuego adquiridos en EE.UU.

Enfocándose en la tarea de contener la violencia al sur del Río Bravo, el gobierno estadounidense persuadió al gobierno mexicano a alistar su ejército en su guerra en contra de los narcotraficantes.

Hombres jóvenes se han dejado atraer a las organizaciones de delincuentes por falta de empleos. En México señalamos al derrumbe de la economía de Norteamérica además del impacto del Tratado de Libre Comercio que eliminaron a miles de puestos de trabajo. La estrategia promulgada por el gobierno estadounidense de atacar a los líderes de los narcotraficantes, a veces por el método de asesinarlos, también tuvo resultados contraproducentes pues causó más riñas entre narcotraficantes que se pugnan entre sí para apoderarse de las posiciones de los líderes que han sido eliminados. Las cosas se ponen aun más violentas.

En México y en los Estados Unidos, hemos amoblado nuestros hogares con sillas inestables porque tienen sólo tres patas en lugar de cuatro. Los hemos amoblado con drogas y armas de fuego pero no con empleos para la gente. En un hogar así amoblado para la violencia, hay una cultura poderosa que se ha fomentado, afectando a toda una generación.

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