Correa es un hipócrita al defender a Assange

La decisión del presidente de Ecuador, Rafael Correa, de otorgarle asilo político en la embajada en Londres a Julian Assange, presunto ladrón de documentos secretos publicados por Wikileaks, es una hipocresía.

Correa no cree en la libertad de prensa. Su gobierno ha confiscado estaciones de radio y televisión; ha impuesto multas multi-millonarias a periodistas ecuatorianos que han osado cuestionar su gobierno. Para eso tiene tribunales con jueces que se encargan de ratificar sus acusaciones. Correa defiende a Assange sólo porque este es enemigo de los Estados Unidos.

Por eso es que le ha dado albergue e inmunidad diplomática en su embajada en Londres al prófugo de la justicia sueca. Suecia quiere juzgar a Assange por haber violado a dos mujeres. Assange teme, sin embargo, que una vez en Suecia lo deporten a Estados Unidos donde la justicia quiere enjuiciarlo por robo de documentos secretos.

A Correa no le interesa defender a Assange. Lo que más le importa es hacerle daño a los Estados Unidos. Correa insulta y pelea con Estados Unidos. Ha expulsado a las tropas americanas de la base de Manta, desde donde trataban de controlar el tráfico de drogas. El, como los gobiernos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Argentina son aliados de Siria y de Irán. Todo enemigo de Estados Unidos es amigo de Correa.

Eso sí, quieren que Estados Unidos continúe otorgándole preferencias arancelarias a los productos ecuatorianos. Correa quiere insultar a los americanos pero quiere que le sigan dándole muchos dólares para él poder seguir oprimiendo al pueblo ecuatoriano.

Ileana Ros-Lehtinen, la presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, está cansada de este doble juego de Correa.

En un comunicado de prensa esta semana dijo que “Correa se ha convertido en un co-conspirador junto a Assange”. Agregó que lo hecho por el presidente ecuatoriano “es motivo por el cual Estados Unidos debe revisar su política con Ecuador y quitarle al país andino las preferencias arancelarias de las que hoy disfruta”.

Otros de los que ha criticado a Correa es César Pérez, sub-director del diario El Universo de Guayaquil. Los jueces al servicio de Correa le han impuesto una multa de cerca de $40 millones a los dueños del rotativo y quieren que sus directores del mismo cumplan condenas carcelarias por haber insultado el honor del presidente. El juicio fue una farsa.

En una entrevista publicada por el diario La Razón en España, Pérez dijo que lo único que el pedía es que Correa le brindara el mismo trato a los periodistas ecuatorianos que el que ahora le otorga a Assange.

Pérez, al igual que muchos periodistas, defienden a Assange. No me incluyan entre ellos. Yo creo que hay una gran diferencia entre el derecho que tienen los periodistas a expresarse libremente y a ejercer su profesión sin impedimentos y la decisión de algunos a robarse documentos secretos de un gobierno. Los periodistas tienen el derecho a la libre expresión pero no el derecho a robar.

El fondo de este asunto es mucho más importante que el derecho de Assange a pedir asilo político en la embajada de Ecuador en Londres. Hay varios países latinoamericanos que han salido a defender a Correa y a Assange. Hace muchos años Estados Unidos tenía de aliados en el hemisferio a caudillos que gobernaban con la bendición de Washington. Ahora la cosa ha cambiado.

Para gobernar en forma autoritaria en América Latina lo único que hace falta en estos tiempos es hablar mal de Estados Unidos y del capitalismo. Hay excepciones, como Brasil que va camino a convertirse una de las mayores economías del mundo y que busca ejercer influencia política en la región. México quiere jugar el mismo papel.

Pero otros países como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Argentina, Ecuador y Bolivia están unidos por su desprecio hacia los Estados Unidos, su forma de gobierno, y el capitalismo. Y si a esto le sumamos que por décadas los gobiernos estadounidenses ignora a sus vecinos en el hemisferio es fácil entender como la influencia de Estados Unidos en la zona decrece por día.

Muchos de estos gobernantes son iguales a los caudillos de antaño. A ellos lo único que les interesa es poder seguir gobernando como les da la gana sin que nadie pueda decir ni siquiera una palabra al respecto.

Eso tiene que acabarse. Estados Unidos debe tener una política en la zona que premie a sus amigos y castigue a sus enemigos. No puede seguir ignorando a los enemigos cercanos. Nadie quiere volver a las dictaduras de derecha, pero tampoco debemos ser amigos de nuestros enemigos de izquierda que respaldan a todo el que esté en contra de los Estados Unidos.

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