Romney se enfrenta al dilema de Lyndon B. Johnson

Mi amigo Jorge Ramos, presentador de noticias por la cadena Univisión, escribió una carta abierta dirigida al Partido Republicano y a Mitt Romney en vísperas del Congreso Nacional Republicano en Tampa. No concuerdo con la conclusión de Ramos, por grados de diferencia.

En su carta, Ramos advierte a los republicanos que están a punto de perder cualquier oportunidad de competir por el voto latino de aquí a varias décadas más. El partido debe hacer una reflexión larga y severa sobre la dirección en que va la nación, ahora que se requiere de un partido de oposición bueno y fuerte.

Lo que estamos viendo en vez de esto, es políticas y medidas de política desquiciadas y reaccionarias (mi palabra, no la de Ramos).

En lo práctico, los republicanos tienen que acorralar un tercio del voto latino para ganar una elección presidencial y establecer márgenes de victoria en los estados. He ahí la diferencia entre ganar y perder.

Esta semana, con la atención de los medios orientada hacia el Congreso Nacional Republicano, los latinos aun se posicionan a favor de Barack Obama, en contra de Mitt Romney, en un 65% contra un 25% (una reducción del 70% contra el 22% de la semana anterior), según la empresa de encuestas, Latino Decisions.

Se explica con facilidad el poco apoyo por Romney. Ha asumido posiciones incompatibles con los latinos. Mitt no comulga con la política de un candidato de base amplia ni con la de un partido grande en una nación grande.

Incluso la campaña presidencial de William McKinley allá por el año 1896 entendía que se necesitaba abordar nuevos grupos electorales a nivel nacional para ganar la presidencia. Desde esta perspectiva fue que evolucionó el partido republicano. Ahora encontramos al asesor de la campaña de Romney sobre temas de inmigración, Kris Kobach, enajenando al público más completamente que lo que hicieran Patrick Buchanan o Pete Wilson cuando iban en pos de la nominación republicana en 1992 y 1996.

La carta de Ramos se refiere al apoyo que dio Romney a la ley opresora de Arizona, SB 1070, redactada por Kobach. Romney ha hecho un llamado a favor de la auto deportación de los indocumentados, en vez de promover un camino a la legalización. Ha respaldado leyes estatales opresivas como las de Alabama, Georgia y otros estados y ha buscado el apoyo del alguacil del condado de Maricopa, Joe Arpaio, acusado de racismo y discriminación por el gobierno federal. El presunto candidato se ha negado a apoyar la ley DREAM ni la política diferida que ordenó Obama, suspendiendo la deportación de algunos jóvenes indocumentados quienes cursan estudios o sirven en la fuerza militar.

Mientras tanto, las políticas y las prácticas del supuestamente allegado gobierno de Obama fueron las responsables, durante los primeros seis meses del año pasado, de la deportación de 45 mil padres de familia con hijos nacidos en los Estados Unidos. Según un informe del Applied Research Center, 5.100 niños, cuyos padres fueron detenidos o deportados, han entrado al sistema de hogares de guarda.

Con amigos así, ¿quién necesita la aceleración del tema que ofrece Romney? Su asesor, Kobach, en este momento ha entablado juicio a favor de diez agentes de inmigración en contra de su jefe, secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, cuyo objetivo es acelerar las deportaciones y crear más familias divididas.

Para Ramos, el problema que tiene Romney es cómo conseguir parte del voto latino. No concuerdo. El problema radica en determinar lo que llegará a ser esta nación con un Partido Republicano que no presenta una alternativa al partido demócrata.

Mi riña con Jorge Ramos es que su crítica de Romney y los republicanos no es lo suficientemente severa. El decirles, “qué malcriados” vale tanto como una palmada en la espalda dentro del actual entorno. Ramos, siempre el caballero, trata a estos violadores de los derechos humanos como si fueran traviesos y no les dice de frente lo que son: asesinos del sueño americano. Se dirigen a la vida de la nación con actitud de vándalos mezquinos. Su posición abre grietas con palanca.

En una situación paralela a la actual en 1968, el entonces presentador de noticias de CBS, Walter Cronkite, tuvo que ser honesto con el público después de hacer un viaje a Vietnam, donde un general de dijo, “Esta guerra maldita no la podemos ganar, y deberíamos encontrar una manera de salir con dignidad”.

Cronkite dijo las cosas claras. Llegó a ser conocido como “el hombre que inspira más confianza en los Estados Unidos” porque su consejo no era cómo podía conseguir más votos un presidente que seguía una política errada.

Si Romney ha perdido a Jorge Ramos, ha perdido al país del que valdría ser presidente.

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