El papel del gobierno

Como se esperaba en elecciones presidenciales dominadas por el espectáculo y las encuestas de popularidad, los lanzamientos de campaña formal, para los republicanos y los demócratas, permitió repuntar en los respectivos niveles de aceptación.

Sin embargo, es de subrayar que uno de los aspectos que se encuentra en el corazón de esta elección, tal y como ocurrió al menos en 1992 y en 2000, es un nuevo tipo de sociedad que se va a perfilar en Estados Unidos y en muchos de los países de democracia representativa.

En efecto, los republicanos amenazan, no prometen, sino que dejan claro que proseguirán su desmantelamiento de las instituciones públicas. Lo dice Grover Norquist a tono con las posiciones de Paul Ryan, el candidato a la vicepresidencia, extraído del Tea Party, al referirse a que el papel del Estado debe ser mínimo “casi invisible”.

Se hace referencia a uno de los mitos propagados en sectores de la población estadounidense acostumbrados a propaganda superficial: creer que siempre los demócratas se inclinan por gran tamaño del Gobierno y por déficits fiscales, mientras que los conservadores supuestamente han sido permanentes abanderados de un Gobierno pequeño.

Es algo falso cuanto se puede confirmar en la historia reciente, que la presidencia de Bill Clinton dejó un superávit en el presupuesto de aproximadamente 235 millones de dólares. Era algo que no se lograba desde 1968, año en el cual precisamente un republicano -Richard Nixon- hizo naufragar en rojo las cuentas del Gobierno.

Con el superávit heredado de Clinton, W. Bush enterró toda esperanza de contar con fondos de superávit en el Gobierno. Dejó un déficit fiscal de cerca de 1,300 millones de dólares, como resultado de haberse embarcado en dos guerras internacionales -Afganistán e Irak- y de establecer recortes a mansalva en especial para los sectores de mayor poder económico del país.

Cuando más se necesitaban fondos públicos era cuando menos se tenían, de allí que se tuvo que incrementar la deuda del país. Sin embargo, es de recordar que esa deuda pasó de 1,000,000 de millones de dólares -un billón- en 1980 a tres billones durante los ochos años de presidencia de Ronald Reagan.

Es claro que han sido precisamente las políticas que han desmantelado la producción de bienes públicos, impulsadas por los republicanos, lo que ha hecho no contar con condiciones de mayor equidad, equilibrio en el crecimiento y menor vulnerabilidad en el país ante el embate de las crisis financieras e internacionales.

Son los republicanos con esos planteamientos simplistas los que amenazan con desmantelar programas vitales como los de Medicare y Medicaid. Se trata de programas que han permitido que se contenga en algún grado, la intensa inequidad en el acceso a la riqueza en Estados Unidos. Es de recordar que para 2010 tan sólo un 1% de la población poseía el 24% de la riqueza nacional. Un escenario similar al que se tuvo antes de la caída de la Bolsa de Valores en 1929.

Lo que deliberadamente no subrayan los republicanos es que el Estado tiene que encargarse de la producción de bienes públicos. Es decir bienes que muchas personas pueden utilizar a la vez -tales como educación, infraestructura, servicios urbanos y apoyo básico a la tecnología y el desarrollo científico.

Las posiciones republicanas tienden a asegurar inequidad, déficit fiscal y -eso sí- recortes a los impuestos de los más poderosos. Son medidas que crearon la actual crisis. Albert Einstein lo decía reiteradamente: “Es de locos esperar que se obtengan nuevos resultados, aplicando los mismos métodos”.

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