Mujer sin límites: Puerta de embarque D-32
La semana pasada iba de viaje a Guatemala para motivar a más de 1,500 mujeres en un congreso.
Antes de abordar anunciaron que el vuelo estaba retrasado. Pasó una hora y avisaron que aún los mecánicos estaban arreglando el desperfecto del avión. Tras otra hora de espera dijeron: “Agradecemos su paciencia, estamos haciendo todo lo posible por resolver esta situación. De ser necesario buscaremos otro avión”.
La ansiedad se apoderó de los pasajeros incluyéndome a mí: eran las 10:00 p.m. y tenía que hacer mi presentación muy temprano la mañana siguiente. Me angustiaba pensar que no llegara a tiempo a mi conferencia.
Uno de los pasajeros nos preguntó qué opinábamos sobre la situación. Dije que no me importaba cuánto tuviera que esperar con tal de que no cancelaran el vuelo.
Tras mi respuesta, este señor con aire de “sabelotodo” dijo: “Les voy a decir algo: yo soy profesor de matemáticas y conozco bien la ley de probabilidades. esta dice que algo que intentas arreglar en dos ocasiones y no funciona, seguramente tendrá problemas más adelante”.
Hasta ese momento, no había contemplado que el avión se fuera a estrellar, pero su comentario fundó miedo entre quienes lo escuchamos. Y lo peor es que yo tenía que tomar ese vuelo aunque le faltara una ala al avión. Una joven dijo: “¡Ay Dios mío! yo no me subo a ese avión”. Otra señora comentó: “Esto me acuerda el vuelo que iba de Brasil a Francia y se estrelló con más de 200 pasajeros”. Por otro lado, un señor preguntó : “¿Todavía estaremos a tiempo de comprar un seguro vida?”.
Sentí la obligación de traer positivismo a la puerta de embarque D-32.
Me levanté y dije: “No soy ‘matemática’, pero las probabilidades de morir en un accidente aéreo son de una en 11 millones, así que nada malo nos va a pasar”.
Y así sucedió, después de cinco horas de espera abordamos y todos llegamos sanos y salvos a Guatemala.
Así como este profesor abrió su boca para crear inseguridades, siempre te toparás con personas negativas que te desalienten.
¡Jamás permitas que otros te contagien con su innecesario pesimismo!