Familia mexicana de Queens ora por un riñón para Víctor

El joven de 23 años, que está postrado en una cama del Hospital Elmhurst, sufre un intenso dolor que apenas mitiga la morfina

Luz Marina Ramírez, madre de Víctor, no se despega de la cama donde está postrado su hijo, en espera de un milagro.

Luz Marina Ramírez, madre de Víctor, no se despega de la cama donde está postrado su hijo, en espera de un milagro. Crédito: Zaira Cortes / edlp

Queens – Postrado en una cama del Hospital Elmhurst, el mexicano Víctor Oaxaca sufre un intenso dolor que apenas mitiga la morfina.

A los 23 años, sus posibilidades de vida son pocas, a menos que logre posicionarse en una lista de espera para trasplante de riñón y consiga un donante.

Víctor reconoce sin temor que su condición de indocumentado aminora la posibilidad de ser candidato a donación de órganos, pero no pierde la esperanza de un milagro.

Su padre, Manuel Oaxaca, de 41 años, explica ahogado en llanto que en menos de ocho meses su hijo mayor perdió unas 70 libras.

“La diálisis ya no es suficiente y urge un trasplante”, comentó angustiado. “Yo daría lo que fuera por evitarle más agonía, pero soy ilegal y no puedo hacer mucho”.

A Víctor se le diagnosticó una disfunción renal a los 15 años, pero desde su infancia el dolor físico lo atormenta.

“A los 11 meses de nacido se sometió a una cirugía para corregir su labio leporino y paladar hendido”, comentó su madre Luz Marina Ramírez, de 40 años.

Desde hace un año la condición de Víctor, quien recibe atención gracias a Medicaid de emergencia, empeoró y en los últimos meses sufre una fuerte infección en los riñones.

“No quiero morir”, dijo en voz baja. “Pido el regalo precioso de la vida, sólo una oportunidad para nacer de nuevo”.

Según el reporte titulado “Los inmigrantes y la distribución de órganos: una calle de sentido único”, de la Sociedad Americana de Medicina (AMA), estima que en los últimos 20 años los no ciudadanos donaron 2.5% de los órganos en el país, recibiendo el 1% solamente.

Juan Armenta, hermano de Fausto Armenta, víctima de una golpiza en Corona, Queens que le causó muerte cerebral, opinó que deben cambiarse las políticas de trasplante para no ciudadanos. “Donamos los órganos de mi hermano, que era un inmigrante ilegal. Ese acto de amor salvó ocho vidas”, indicó.

El doctor Gabriel Rincón, ganador del premio 2011 Community Health Leader de la fundación Robert Wood Johnson, destacó la ironía acerca de la donación y distribución de órganos.

“A un no ciudadano no se le requiere estatus migratorio legal para donar órganos, pero en caso de necesitar un trasplante, sus posibilidades son casi nulas. Es injusto”, acotó.

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