Crítica de cine: ‘Killing Them Softly’, interesante sin novedades

'Killing Them Softly' se adentra en el mundo del hampa con notable acierta, aunque escasa originalidad

Brad Pitt en 'Killing Them Softly.

Brad Pitt en 'Killing Them Softly. Crédito: Weinstein Co.

Existe algo puramente visceral en el cine de Andrew Dominik que convierte cada uno de sus filmes en ejercicios visuales simplemente fascinantes.

En el caso de su colaboración previa con Brad Pitt, la sensacional The Assassination of Jesse James by the Coward Robert Ford, el mundo del Oeste norteamericano de finales del siglo XIX era un marco idóneo para poder diseccionar mundos donde se redefinían conceptos como la violencia (algo evidente en su primer largometraje, Chopper), la historia, la confianza y la traición.

Dominik sigue con su peculiar revisión de la historia reciente de este país con Killing Them Softly —clasificada R—, que llega hoy a las pantallas y que supone una adaptación de la novela de George V. Higgins que el mismo cineasta neozelandés ha escrito (ver entrevista con su estrella, Brad Pitt en esta misma página).

La historia, enmarcada en el New Orleans posterior a los efectos del Huracán Katrina, pero justo antes de las elecciones presidenciales que, en 2008, terminaron con Barack Obama como presidente de Estados Unidos, sigue a Jackie Cogan (Brad Pitt), un asesino a sueldo, a quien un hombre sin nombre (Richard Jenkins) le encarga que se deshaga de un par de matones de segunda —Frankie (Scoot McNairy) y Russell (Ben Mendelsohn)— que han robado el dinero a un puñado de matones locales mientras jugaban al póker.

Jackie acepta la propuesta, pero por motivos diversos, decide que uno de los crímenes lo ejecutará mucho mejor otro asesino, Mickey (James Gandolfini), que reside en la costa este.

En medio de todos ellos, Markie Trattman (Ray Liotta), quien organiza los juegos de cartas ilegales, y de quien todo el mundo sospecha como principal organizador del robo.

A medio camino del cine de Martin Scorsese (Godfellas, Casino) y de Michael Mann (Heat, Collateral), Killing Them Softly se sumerge en el submundo del hampa del sur del país con una mirada entre amable y radical, donde las relaciones entre sus personajes son observadas con considerable afecto (ver los diálogos entre los personajes que dan vida Pitt y Jenkins), para, un segundo después, dejar claro que sus acciones son completamente repudiables (la paliza que un par de socios de Jackie le dan a uno de los protagonistas es de una brutalidad casi inaguantable).

La cámara de Dominik captura todo ello con metódica eficacia y extrema elegancia, pero el relato se resiente debido a una falta de intensidad narrativa que convierte al conjunto en un mar de situaciones conocidas y visitadas en mil y un filme previo (los apuntes políticos, si bien interesantes, no son suficientes como para llevar a la película más allá de los márgenes habitual del subgénero del cine de mafiosos).

Además de la labor de Dominik como pintor de escenas, Killing Them Softly nunca pierde el control gracias a sus actores, especialmente un angustiosamente dramático Gandolfini, un tristemente desolador Liotta y un extraordinariamente carismático Pitt, quien toma el volante de la cinta con su habitual brillantez.

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