Palestina 65 años después

Se le atribuye a Goebbels el concepto de que una mentira muchas veces repetida termina convirtiéndose en verdad. Y si hay algo donde eso se ha cumplido ha sido en Medio Oriente.

Desde los “Protocolos de los sabios de Sion” a las declaraciones del Presidente de Irán, la historia de parte del Imperio Otomano ha estado llena de mentiras que nos parecen verdades irrefutables.

El siglo XIX estuvo marcado por grandes represiones contra los grupos étnicos en la Rusia de los Zares. Los judíos se vieron encerrados en los pogromos, de los cuales nunca se salía si no era para el cementerio. Tal situación llevó, entre otras cosas, a un revivir del eterno deseo de la vuelta a Sion. Era un camino largo hacia la felicidad. Empezaron poco a poco soñadores y devotos que no tenían nada que perder a llenar las zonas desérticas y pantanosas de la Galilea. El movimiento sionista era “una revuelta contra el destino judío…querían redimir al pueblo judío no explotando la mano de obra árabe, sino “conquistando” trabajo y…arrimando sus hombros al arado y empeñando su fuerza y su sangre para fertilizar la tierra” (Shlomo Ben-Ami).

Inglaterra y Francia, en los primeros 40 años del siglo XX se dieron a la vieja tarea de dividir para vencer. Había que repartirse el poderoso Imperio Otomano que llevaba siglos controlando la zona. Siria y Líbano quedaron bajo la tutela francesa. Arabia, Kuwait, Irak, Egipto, Jordania y el Protectorado de Palestina fueron sometidos a los arbitrios de Inglaterra. Brindaron promesas para entusiasmar a muchos y engañar a todos, como fue la Declaración Balfour, según la cual se declaraba formalmente la creación de un hogar nacional judío en el territorio ocupado por el Protectorado Inglés de Palestina. Fueron largas las discusiones, los desengaños, las medias verdades y terrible el sufrimiento para dos pueblos, el árabe y el judío. Aquellos dos grupos humanos que, en palabras de Golda Meir, están condenados a entenderse.

El 29 de noviembre de 1947, en las Naciones Unidas, fue aprobada la partición de Palestina y la invitación a la creación de dos estados, el Estado de Israel y el Estado Árabe. Seis meses después Ben Gurión declaraba la independencia de Israel.

El 29 de noviembre de 2012, 65 años después de la Partición, la parte árabe del Protectorado Inglés de la Palestina, ha sido reconocida por parte de las Naciones Unidas como el Estado Palestino bajo la categoría de Observador, esto es, un Estado sin voz ni voto, en el mismo nivel del Estado del Vaticano. Se necesitaron cerca de media docena de guerras, dos intifadas, un muro de contención, un sinfín de asentamientos, varios tratados de paz sin valor algunos de ellos, un montón de engaños, para llegar a esta situación.

Los palestinos tienen su reconocimiento simbólico. La pregunta es si tienen los líderes audaces y valientes que les entusiasmen y les lleven a una paz definitiva, a la creación de un hogar, un estado legítimo donde se respeten las normas más elementales.

Siempre que he visitado la zona observo el mismo deseo por ambas partes: Paz y Tranquilidad. Ambos necesitan lo mismo, líderes que les den confianza, que les guíen. Ambos grupos están cansados de tanto engaño, tanta sangre, de tanta desilusión y frustración. Ojalá Jerusalén algún día haga honor a su nombre, la Ciudad de la Paz.

Tertuliasiglo21@aol.com

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