Contorsionista latina

Elayne Kramer la joven que llena de alegría a chicos y grandes con su acto, en el  "Big Apple Circus".

Elayne Kramer la joven que llena de alegría a chicos y grandes con su acto, en el "Big Apple Circus". Crédito: Fotos Cortesia

Nueva York — Elayne Kramer tan solo tiene 20 años, pero desde los siete ya realizaba shows de contorsionismo. Para ella, crecer en una familia dedicaba al circo jugó un papel fundamental a la hora de decidir su carrera.

Hoy en día, la mexicana hija de padres argentinos se toma muy en serio su trabajo en el “Big Apple Circus”, espectáculo en el cual es una de las estrellas latinas.

“Soy sexta generación de familia de cirqueros, crecí en este ambiente y elegí hacer el espectáculo de contorsiones. El número que hago ahora me tomó seis años y el truco final del arco me tomó dos años de ensayos todos los días”, afirma.

Antes de salir al escenario se persigna tres veces y hace el mismo recorrido, ya que como ella dice, “no va a cambiar nada, pero me hace sentir mas cómoda”. Sin lugar a dudas, la bella joven vive una vida llena de adrenalina que no cualquiera podría entender.

Su agitada rutina le requiere entrenar una gran cantidad de horas, sin embargo, ella también se las arregla para dedicarle tiempo a su vida personal, y en compañía de sus compañeros del circo a quienes llama “familia”, ha tenido la oportunidad de ir a Broadway por primera vez, es más, hasta tiene tiempo para su novio, un húngaro que también trabaja en el espectáculo.

Como cualquier otra joven, Elayne transmite una energía contagiosa, y a pesar de su exigente profesión no se preocupa por dietas, de hecho, confiesa que come de todo. “Durante los días que hay función casi no hay ni tiempo para comer, pero en general me encantan los chocolates y la comida italiana. Creo que si no hiciera lo que hago estaría muy gorda”, comentra con una carcajada.

Aunque no se ha tomado ni una sola vacación en su vida, no lo necesita, porque para ella viajar con los diferentes espectáculos con que se presenta es como vivir de turista permanentemente. El único país que le hace falta visitar es Brasil.

El sueño del matrimonio no es ajeno a ella y cuando lo haga, le encantaría que sus descendientes siguieran su tradición. “Si a mis hijos les gusta nos quedaremos en el circo. Es muy bonito porque se conoce a mucha gente, lugares, haces muy buenos amigos”, asegura.

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