Obama2: en busca del legado
Los Demócratas prometieron la reforma y los Republicanos la necesitan con urgencia
Inmigración
Barack Obama asumió su segundo mandato y así arranca oficialmente la carrera para completar y avanzar los proyectos pendientes que conformarán el legado del primer presidente afroamericano en la historia de Estados Unidos.
La esquiva reforma de las leyes de inmigración es una de las deudas pendientes del pasado cuatrienio que Obama espera hacer realidad en su segunda y última administración y convertir en uno de los principales legados de su presidencia.
Pero como ya comprobó el presidente, una cosa es proponer y otra es cumplir, particularmente con un Congreso tan penosamente dividido que a duras penas avanza medidas. Unas han quedado en el tintero y otras han absorbido toda la energía de los dos poderes, el Legislativo y el Ejecutivo, como se hizo evidente con la cruenta lucha por la reforma sanitaria, mejor conocida como el Obamacare. Una controversial reforma que tardó casi dos años en aprobarse, pero que al final ha rendido beneficios para la población, incluyendo millones de latinos que ahora gozan de cobertura médica. También ha representado frutos políticos para el presidente y su Partido Demócrata, y ha pasado a ser uno de sus principales legados presidenciales junto a las duras reformas financieras, y el fin de las guerras en Irak y Afganistán.
Si bien es cierto que hace cuatro años la reforma migratoria no pudo siquiera arrancar de la salida, el panorama político de entonces y el de ahora no podrían ser más diferentes.
En enero de 2009, cuando Obama asumió la presidencia, acababa de recibir un apoyo enorme de los diversos sectores electorales, incluyendo los hispanos, un apoyo que estuvo en peligro cuando la promesa de reforma no se concretó y en su lugar se recrudecieron todos los programas que han permitido la deportación de más de millón y medio de inmigrantes, muchos de ellos padres y madres de familia.
No fue hasta que se hizo evidente que el necesario voto hispano podía estar en juego en la elección 2012 que la administración Obama tomó pasos para amparar temporalmente a un sector de esos inmigrantes, los jóvenes indocumentados Soñadores, como señal de que esta administración estaba dispuesta a la batalla política por el voto latino. Logró así entusiasmar a los votantes hispanos que le dieron en 2012 un apoyo mayor al de 2008.
No es por accidente que el tema de la reforma migratoria sigue aflorando en oportunidades claves.
“Vamos a aprobar la reforma migratoria amplia”, dijo el vicepresidente Joe Biden a una multitud congregada la noche del domingo en la gala del National Building Museum. Un claro mensaje al Congreso y a los latinos de que habrá un intento real de concretar esa reforma migratoria. En su discurso del lunes, Obama mencionó a los inmigrantes y cómo el viaje de los fundadores de la patria no estará completo hasta que existan mecanismos para dar la bienvenida los inmigrantes que todavía ven en Estados Unidos la tierra de las oportunidades. No hubo mención de la reforma migratoria aunque después de todo, no era el discurso sobre el Estado de la Unión cuando se supone detalle sus metas para los próximos meses y años.
En los pasados años para los Republicanos la reforma migratoria pasó de ser un asunto que explotaban a su favor movilizando a su base más recalcitrante, a uno que en 2012 probó costarles la Casa Blanca al alienar el voto latino, y que irónicamente se ha convertido en su posibilidad de volver a atraer a electores hispanos a sus filas.
Sin duda siempre habrán Republicanos negados a concederle a Obama una victoria legislativa en el frente migratorio, unos por convicción, simplemente porque jamás la apoyarán, y otros por razones políticas, por evitar que los Demócratas se alcen con una medida que solidificará el apoyo latino hacia los demócratas.
Pero en esta ocasión parece haber más Republicanos dispuestos a tener una victoria legislativa compartida que les de un soplo de vida a sus aspiraciones de atraer el voto latino y con ello la posibilidad de recuperar la Casa Blanca.
Los próximos meses tendrán la palabra sobre el futuro de la reforma migratoria, un asunto al que ya le llegó su hora: los Demócratas lo prometieron, los Republicanos lo necesitan con urgencia, y los votantes de toda ideología lo apoyan.
Sólo el tiempo dirá si en la lucha interna que libran los Republicanos sobre este asunto prevalecen quienes quieren evitar que su partido siga marchando hacia el abismo demográfico alienando a latinos y otras minorías y autodescartándose como alternativa política viable para la presidencia.
Y sólo el tiempo dirá si en materia migratoria el legado de Obama será promulgar la esperada reforma migratoria, o haber deportado a una cifra récord de inmigrantes.