El que ama no hiere
El femicidio, en general, no es un crimen pasional sino un acto cruel de machismo
Benoit al grano
Con la naturalidad de creer que está relatando una travesura de su novio, la amiga de mi amiga cuenta cómo la maltrata física y emocionalmente, una y otra vez. La castiga si llega tarde. La amenaza con suicidarse y la obliga a realizar actos impúdicos.
Su resignación más que compasión despierta rabia, por la manera pusilánime de llevar la vida sentimental y de cierta forma, por la complicidad de su actitud. Mi amiga teme la muerte de su compañera.
Los femicidios (neologismo del inglés “femicide”) son crímenes más comunes de lo que se piensa.
El atleta sudafricano Oscar Pistorius, quien, a pesar de tener amputadas dos piernas hizo un gran papel en las últimas olimpiadas, al parecer se le fue más que la mano.
Un día antes de San Valentín, su novia, una modelo, le preguntó en un mensaje de Twitter: ¿Qué escondes en la manga para tu amada mañana? Al parecer él ocultaba un arma. Cuando ella llegó a la casa, él dice haberla confundido con un ladrón, disparó y la mató, pero, la policía cree que fue un acto premeditado.
Esto repercutió a nivel mundial porque ellos son famosos, pero, en Latinoamérica, donde las autoridades prestan poca atención a las denuncias de las mujeres, suceden decenas de casos horribles. Algunas son asesinadas por no acceder al sexo conyugal obligado; otras porque no sirvieron a tiempo la comida en la mesa o cuando el hombre iracundo, desahogando sus frustraciones, se sobrepasa en golpizas.
Honduras, por ejemplo, es uno de los países donde ocurre el mayor número de asesinatos, lo que se ha calificado como una “epidemia”. Se estima que un promedio de 46 femicidios se registran al mes. En 2012 llegó a 600.
En diferentes hechos, desde violencia intrafamiliar, ataques callejeros y crímenes selectivos, en Guatemala, más de 550 mujeres fueron asesinadas en 2012; en Colombia 950; en España, en lo que va corrido del año siete y en Argentina cada tres días hay dos asesinatos.
En México, más de seis mueren cada día en situaciones de violencia extrema y sexual. De acuerdo a la Secretaría de Gobernación, en los dos últimos años se duplicó la violencia contra mujeres y creció hasta un 400% en el noreste del país.
Ninguna cifra es baja cuando se trata de la muerte de una madre, esposa o hija. Repetir esta denuncia es necesario, no es obstinación. Recordemos que, por lo general, el femicidio no es un crimen pasional. Son actos crueles de machismo.
Una de los mitos populares más falsos es el que dice: “porque te quiero, te aporreo”. Si uno ama no golpea y si por descontrol emocional se llega a la violencia hay que buscar ayuda sicológica o renunciar a ese amor.
¿Qué está ocurriendo para que la violencia de género haya aumentado? Es posible que uno de los detonantes sea la crisis económica. La falta de plata en el hogar enfrenta a la pareja, pero desquitarse con la esposa o recíprocamente, es cobarde.
Las estadísticas dicen que los asesinatos están predeterminados por síntomas: malos tratos; abusos sicológicos; golpes leves; palizas fuertes; amenazas; retención en el hogar y muerte.
No te dejes golpear; no guardes silencio ante el primer porrazo. Se convierte en complicidad.