Viaja en tono conciliatorio

Visita de Obama a Oriente Medio abre puertas para encontrar la paz

Activistas palestinos tiran zapatos a un poster del presidente Barack Obama en Belén, Jerusalén; su visita es del 20 al 22 de marzo.

Activistas palestinos tiran zapatos a un poster del presidente Barack Obama en Belén, Jerusalén; su visita es del 20 al 22 de marzo. Crédito: P A

JERUSALÉN, Israel.— El viaje del presidente estadounidense, Barack Obama, esta semana a Israel, Palestina y Jordania ha despertado expectativas de que ayude a impulsar el diálogo de paz, paralizado desde 2010, aunque los analistas se muestran más escépticos que optimistas.

La realidad política de la zona no ayuda a aumentar las esperanzas de que israelíes y palestinos retomen unas negociaciones directas que apenas duraron tres semanas y en cuya reanudación se ha fracasado desde entonces.

Por una parte, Israel recibirá a Obama con una coalición de Gobierno tan reciente que juró ayer sus cargos y liderada por el mismo Benjamín Netanyahu que dedicó su primera legislatura a maquillar con declaraciones de buena voluntad su estrategia de ignorar el diálogo y ganar tiempo ante la comunidad internacional.

A esto se suma que uno de sus principales socios de Gobierno, el partido ultranacionalista religioso Habait Hayehudí, se niega de plano a toda entrega relativa a los territorios ocupados en la Guerra de los seis días, de 1967, muy en particular a Cisjordania y Jerusalén Este.

El propio Obama reconoció en una entrevista difundida la pasada semana por el canal dos de la televisión israelí que ve “difícil ahora mismo” romper el estancamiento en el proceso de paz, en parte porque “es poco probable que algo suceda antes de que haya algo de estabilidad” en la política israelí.

Pero también hay motivos para el optimismo si se tiene en cuenta el nombramiento al frente del equipo negociador israelí de la nueva ministra de Justicia y antigua titular de Exteriores Tzipi Livni, una auténtica convencida de la necesidad de la paz para salvaguardar el proyecto sionista.

Además, el diario israelí Maariv publicó ayer que, pese a los pronósticos, Obama “se centrará” en tratar de impulsar las negociaciones de paz y mantendrá por ello al menos una reunión más con Netanyahu, no anunciada oficialmente y estratégicamente emplazada a la vuelta de su entrevista en Ramala con el presidente palestino, Mahmud Abás.

En Palestina, Abás apuesta claramente por el diálogo con Israel, pero solo controla Cisjordania (Gaza está en manos del movimiento islamista Hamás) y su estrategia es cada vez más cuestionada por una población que ve cada día crecer los asentamientos judíos y reducir sus ingresos por la crisis económica interna.

Su reelección el pasado noviembre despertó muchas esperanzas de que un Obama, libre ya de las ataduras de los comicios, fuerce la mano a Netanyahu todo lo que no se atrevió a hacerlo antes por miedo a espantar a una parte del electorado y a los grupos de presión proisraelíes de Estados Unidos.

Pero nada hace presagiar un pulso a Israel o un anuncio espectacular, como sugiere la afirmación de Obama en la citada entrevista de que su “objetivo” en esta visita es “escuchar.”

“Obama no irá más allá de la retórica, simplemente porque no puede. No está rebajando las expectativas para encumbrar un éxito posterior o escudarse de la decepción, sino porque son bajas”, escribe Alon Pinkas, ex cónsul general de Israel en Nueva York.

El influyente columnista de “The New York Times” Thomas Friedman, considerado cercano a la Casa Blanca, bromea con que Obama será “el primer presidente estadounidense en el cargo en visitar Israel como turista.”

Obama ya había dejado claro en su encuentro con líderes judíos este mes que no presentará iniciativa de paz alguna durante su estancia.

Y Washington calificó luego de “absolutamente falsa” una información del canal 10 de la televisión israelí de que presentaría un “marco de trabajo” para reanudar las negociaciones.

Con este telón de fondo, el periodista israelí Haviv Rettig Gur se muestra directamente cínico.

“Mientras los expertos se rascan la cabeza, estaría bien recordar la razón más prosaica por la que Obama podría estar haciendo el viaje: porque dijo que lo haría”, concluye Gur en “The Times of Israel.”

En efecto, poco gustó en el Estado judío que Obama no sacase unos días en sus primeros cuatro años en la Casa Blanca para pisar Israel, uno de sus principales aliados, pero sí encontrase tiempo para volar al vecino Egipto para pronunciar su famoso discurso de acercamiento al mundo musulmán, en junio de 2009.

La visita de Obama quizás no deje más que fotos o apretones de manos, pero también es cierto que el verdadero partido se juega siempre entre bastidores y que el nuevo equipo para Oriente Medio que está construyendo podría introducir aire fresco en la viciada y fracasada diplomacia de la paz.

A diferencia de su antecesor Denis Ross, el nuevo coordinador para Oriente Medio, Philip Gordon, viene libre de rémoras en el escenario palestino-israelí y conoce bien Europa y Rusia, dos actores que aspiran a decir algo en la región.

A su vez, el secretario de Estado, John Kerry, “está interesado en lidiar personalmente con el asunto palestino-israelí”, señala el diario israelí “Haaretz”.

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