Heritage tiene algo de que avergonzarse

Querida Heritage Foundation, no estás ayudando. Supongo que estás de acuerdo con la idea de que —considerando los cambios demográficos— sería positivo descongelar la fría relación entre los latinos y los republicanos. Sin embargo, tu falta de competencia y de sensibilidad durante la debacle Jason Richwine ha traído un nuevo frente frío.

¿Qué sentido tiene tender puentes entre los latinos y el Partido Republicano, si uno de los principales centros de investigaciones conservadores de la nación los hace explotar en añicos?

Francamente, no me importa en lo más mínimo si los latinos nunca vuelven a votar por un candidato republicano.

Lo que me importa es lo siguiente: que los electores latinos tengan claro que emitir un voto tal es una opción viable. Quiero que los latinos tengan posibilidades y sean cortejados por ambos partidos. De lo contrario, serán irrelevantes políticamente; un partido no los tendrá en cuenta y el otro, no los valorará y dará su apoyo por sentado. La competencia mantiene a todos alerta.

Ése es el daño colateral del Affair Richwine. He aquí lo sucedido: Jason Richwine era, hasta hace poco, un analista senior de políticas de la Heritage Foundation y co-autor de un estudio categóricamente desacreditado, que sostenía que la propuesta de ley de inmigración del Senado costaría a los contribuyentes unos 6,3 billones de dólares durante el próximo medio siglo. Recientemente se reveló que Richwine —en su disertación para obtener un doctorado en la Escuela de Gobierno de Harvard, en 2009— presentó el argumento de que los inmigrantes hispanos y sus descendientes estaban eternamente destinados a ser menos inteligentes que los blancos. Escribió lo siguiente: “Los inmigrantes que viven en Estados Unidos hoy no tienen el mismo nivel de capacidad cognitiva que los nativos. … Nadie sabe si los hispanos alcanzarán alguna vez una paridad de cociente intelectual con los blancos, pero la predicción de que nuevos inmigrantes hispanos tendrán hijos y nietos con cociente intelectual más bajo es difícil de refutar.”

No es difícil, en realidad. Porque, a excepción de los cuentos que leo a mis hijos antes de irse a la cama, no hay bolas de cristal. Una cosa es comparar el cociente intelectual de inmigrantes y nativos. Otra, es predecir el puntaje de los biznietos de ese inmigrante en una prueba de cociente intelectual realizada dentro de 100 años.

La Heritage Foundation —y sus directivos, entre ellos el presidente, Jim DeMint, exsenador republicano de Carolina del Sur, que asistió a que la reforma migratoria de 2007 no se aprobara— fue definida, lamentablemente, por tres cosas que hizo mal en lo referente a Richwine.

No lo investigaron. Una vez que las cosas salieron a la luz, trataron de defenderlo. Y después, lo despidieron inmediatamente. (Richwine renunció).

¿Qué más para esta institución? Sugiero que organice uno de sus foros. Podría titularlo: “Qué puede hacer el Partido Republicano para atraer latinos”. Y el subtítulo podría ser: “Observen todo lo que hicimos y hagan lo opuesto”.

Para los latinos, especialmente aquellos que se esfuerzan por lograr algo en esta sociedad, esta historia no sólo es frustrante, sino dolorosa. Nos recuerda que por más que tratemos, para alguna gente siempre seremos inferiores.

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