Alegan agresión patrulleros que mataron a mexicano esposado
Ante una demanda judicial, los agentes fronterizos en San Diego que golpearon brutalmente a un indocumentado argumentan que el mexicano,que estaba esposado, los pateó y golpeó.
San Diego.- Agentes fronterizos que propinaron una golpiza mortal al mexicano Anastasio Hernández en 2010 argumentaron que el indocumentado, quien estaba esposado, los pateó y golpeó antes de que le aplicaran repetidas descargas eléctricas paralizantes.
Los argumentos fueron publicados por el diario San Diego Union Tribune en su primera plana de este lunes al anunciarse una nueva demanda contra agencias federales estadunidenses involucradas en esa muerte y a días de haberse cumplido tres años del suceso.
El periódico repitió que el médico forense determinó que la muerte de Hernández fue un homicidio pero que encontró restos de metanfetaminas en el organismo del mexicano, quien había estado detenido casi un día en un cuartel de la patrulla fronteriza estadunidense.
Una primera demanda contra las agencias fronterizas pasará a juicio en agosto, la anunciada está aún como encausamiento, y aparte un gran jurado federal debate el caso del deceso de Hernández a puerta cerrada en San Diego.
Esta es la primera vez que instituciones federales argumentan agresión por parte de Hernández.
El caso ganó notoriedad mundial cuando testigos filmaron con teléfonos celulares y divulgaron videos en que se escucha a Hernández clamar por clemencia cuando esposado e impedido de levantarse del suelo era golpeado por al menos una docena de agentes federales.
En ninguna de las dos demandas se identifica a oficiales federales pues los videos filmados con celulares se hicieron a distancia.
La agresión a Hernández fue considerada tortura por parte de grupos de derechos humanos y proinmigrantes en California.
Esa agresión ocurrió a unos metros de la frontera con Tijuana, México, por un estacionamiento desde donde agentes federales deportan diariamente a indocumentados.
Este fin de semana la viuda de Hernández, María Puga, su madre, Luz Rojas, y dos de sus cinco hijos, Daniela y Daniel Hernández, llegaron al frente de una marcha hasta unos metros del lugar donde el mexicano recibió la paliza.
La golpiza ocurrió el 28 de mayo de 2010. Un hospital le declaró muerte cerebral. Falleció tres días después, el 31 de mayo del 2010.