Las manos de Adela

Casi cuatro décadas preparando y sirviendo lo más tradicional de la comida de Puerto Rico

A las 6 a.m. comienza el trabajo para  doña Adela.

A las 6 a.m. comienza el trabajo para doña Adela. Crédito: <copyrite>EDLP</copyrite><person>Humberto ARELLANO< / person>

Nueva York — A las seis de la mañana doña Adela Fargas empieza la faena para una vez más, al igual que durante los últimos 37 años, preparar la comida que servirá a los numerosos clientes que la visitan en busca del auténtico sazón de la cocina puertorriqueña.

El restaurante Casa Adela, ubicado en un modesto local de la avenida Avenida C, en el vecindario de Loisaida, se ha convertido en un pequeño pedazo de la isla borinqueña, donde a diario se reunen a comer y conversar quienes extrañan su tierra.

“Desde que abrimos quisimos cocinar lo típico. La gente viene por el pernil, el pollo, los pasteles, el arroz con gandules”, nos comentó doña Adela mientras cortaba las verduras que más tarde formarían parte del delicioso sancocho que allí se sirve.

Ella aprendió el arte de cocinar de su madre, quien en Puerto Rico vendía almuerzos a los trabajadores de fábricas. Al llegar a Nueva York, desde el pueblo de Carolina, a sus 37 años de edad, apostó por poner en práctica ese conocimiento, y se atrevió a abrir un restaurante en un vecindario “difícil”.

“Cuando empecé esta zona era muy mala, había mucha violencia, droga. Ahora está muy calmado”, comenta sobre los cambios que ha visto durante las varias décadas de Casa Adela.

Pero lo que si no cambia es el apoyo de su clientela, que años tras años le sigue siendo fiel.

“El sabor es real. Igualito que en la isla”, señala José González, vecino de la zona quien dice comer allí “casi todos los días”, desde “los 70’s”. Sus platos favoritos: los pasteles, las chuletas y el arroz. Mientras que para María Cruz, “lo mejor del lugar son los petit pois y el pollo”.

¿El secreto de la comida?, el sofrito dice Fargas. “Yo pelo ajo fresco, compro recaito también fresco, todo lo muelo y hago un sofrito con eso, en aceite. Después se lo pongo a las ollas. En el sofrito es donde está el sabor”.

Los precios del lugar, que parecen haberse quedado en el tiempo, sumados a las grandes porciones que allí se sirven, son también un incentivo para los comensales que, sobre las pequeñas mesas cubiertas de coloridos manteles plásticos, disfrutan una y otra vez de las creaciones de las manos de Adela, quien dice se retirará “el día que cierre los ojos para siempre”.

Restaurante Casa Adela- 66 Avenue C, Manhattan, NY 10009- Tlf: (212) 473-1882.

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