Texas llegará a 500 ejecuciones por pena de muerte
A pesar de este número histórico, en los últimos años el estado ha bajado las aplicaciones del castigo capital.
Dallas.- Texas se apresta a llegar el próximo miércoles a las 500 ejecuciones de reos condenados a muerte, en momentos en que esta pena es menos visible en Estados Unidos.
Texas, el estado en que se utiliza más el castigo capital, ha ejecutado a 499 reos desde que reactivó la aplicación de la pena de muerte en 1982, seis años después de que fuera restablecida en todo el país.
La próxima ejecutada podría ser Kimberly McCarthy, de 52 años, sentenciada a la pena máxima por el asesinato a cuchilladas de su vecina Dorothy Booth, una maestra de psicología de 71 años, ocurrido el 21 de julio de 1997 en Lancaster, un suburbio del sur de Dallas.
A Texas corresponde 37.4 por ciento de las mil 336 ejecuciones realizadas hasta ahora en Estados Unidos, muy por encima de las 108 efectuadas en Virginia, el segundo estado que más aplica esta pena.
Aun cuando Texas llegara este miércoles a la marca de las 500 ejecuciones, la aplicación del castigo capital en esta entidad ha reducido su ritmo.
Texas, en donde se han realizado siete ejecuciones en lo que va de 2013, se registraron 15 en 2012, 13 en 2011 y 17 en 2010. Las cifras están muy por debajo de las 48 efectuadas en 1999.
En mayo pasado, Maryland se convirtió en el sexto estado en abolir la pena de muerte en la última década.
En 2012, 43 reos fueron ejecutados en todo el país, un descenso considerable en comparación con los 98 ejecutados en 1999, la marca más alta.
Los crímenes violentos han disminuido a lo largo de todo Estados Unidos por debajo de sus máximos en la década de los noventa, lo que ha disminuido también la presión ciudadana sobre los políticos para apoyar la pena de muerte.
También, a lo largo de la última década, las Cortes han establecidos nuevos mecanismos legales y logísticos que dificultan la imposición del castigo capital.
De acuerdo con una encuesta de Gallup en enero pasado, la mayoría de los estadounidenses siguen apoyando la pena de muerte (63 por ciento), pero el respaldo a la pena máxima continua bajando en comparación a la década de los noventas cuando el 79 por ciento la favorecía.