La arrogancia del poder

El alcalde Michael Bloomberg en sus últimos meses en la Alcaldía está actuando como un reformista de primer término y no como un “pato cojo” a punto de salir y esperar lo que devenga su legado después de 12 años al mando de la Ciudad.

A raíz de perder su campaña para persuadir el Concejo Municipal en no votar a favor de las medidas del “Community Safety Act”, Bloomberg anunció que estaría dispuesto a ayudar a derrotar a los concejales que se opusieron a la práctica de “Parar y Revisar”. O, sino por lo menos intimidarlos para que cambie de opinión.

Bajo el Community Safety Act, se permitirá que neoyorquinos puedan entablar demandas al NYPD a través de acusaciones de parcialidad y crea un inspector general independiente para investigar las prácticas policiales que señala a un grupo de manera injusta como “Parar y Revisar.

Si estás de acuerdo o no, la legislación fue aprobada por el Concejo con un margen a prueba de veto. La propuesta fue decidida democráticamente por una mayoría de 34-17. Esta legislación surgió mediante la movilización de la comunidad y no a raíz de intereses financieros.

A pesar de esto, el Alcalde quiere usar su dinero para silenciar a sus opositores, algo parecido a lo que ocurrió en 2008, cuando uso su influencia para abatir los límites del mandato en la Alcaldía y así poder buscar la reelección por tercera vez.

Igual de preocupante son sus controversiales y factualmente falsos comentarios sobre la carencia de utilizar “Para y Revisar” en las comunidades de color ya que desproporcionadamente son utilizadas en la comunidad caucasiana.

Lo que es evidente una vez más es el despotismo y la disociación con la realidad por la cual Bloomberg ha sido siempre criticado. Bloomberg y sus aliados deben tener en cuenta que los representantes de nuestra comunidad van a ser juzgados por nosotros, sus constituyentes, y no deben ser objetivo de amenaza, que juega con la representación que nosotros elegimos. Entre ellos los funcionarios latinos y afroamericanos que votaron a favor de estas medidas.

Los candidatos a la Alcaldía deberían tener en cuenta que el próximo presidente ejecutivo de esta ciudad debe modificar de forma proactiva las políticas públicas, según sea necesario. Y no esperar a que la presión pública llegue a un hervor y luego tratar de apaciguarlo. El próximo alcalde debe tener diversos asesores de alto nivel que él o ella va a escuchar. Y lo más importante, el próximo líder de esta ciudad debe responder a todos los neoyorquinos.

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