Expertos en NYC: racismo se fomenta en el hogar

La discriminación desde edades tempranas se puede ver reflejada en frases despectivas por parte de los menores

Muchos sostienen que el racismo fue un detonante en la muerte de Trayvon Martin, un crimen del que fue exonerado el exvigilante hispano George Zimmerman.

Muchos sostienen que el racismo fue un detonante en la muerte de Trayvon Martin, un crimen del que fue exonerado el exvigilante hispano George Zimmerman. Crédito: EFE

Nueva York — El racismo es un gigante que crece en la mente de los niños en la cotidianidad de casa.

Muchos padres no se percatan que frases despectivas que aluden al color de la piel o la apariencia de las personas pueden fomentar la discriminación desde edades tempranas.

Bárbara Montejo se siente responsable de que sus dos hijos, de siete y nueve años, repitan alguna de sus expresiones. “Usualmente me refiero al color de la piel de mi vecino que es afroamericano”, dijo. Aunque lo hace inconscientemente y no por racismo, ahora “mis hijos se refieren a él como lo hago yo”, se lamentó.

Las prácticas de Montejo es lo que Claudia Moreno, directora del programa de Trabajo Social del Dominican College, califica como microagresiones.

“Sin darse cuenta los padres empiezan con comentarios cotidianos que poco a poco van creciendo y se empiezan a tornar en estereotipos”.

Para Moreno, la clave está en enseñarles empatía y amor al prójimo.

“Es deber de los padres mostrarles a los hijos como ponerse en los zapatos de otros, para entender cómo determinadas cosas –como el color de la piel o el hecho de pertenecer a un grupo étnico- ponen en desventaja a ciertas personas” añadió.

Mauricio Cuervo-Bautista, trabajador social clínico, coincide en que el racismo es un comportamiento aprendido, no una cuestión genética, que se enseña por medio de expresiones verbales, a través de actitudes asumidas o demostradas.

“Hoy el racismo se da más por el color de piel que por el origen étnico”, precisó. Por eso, se debe fomentar la tolerancia.

María García, maestra de una escuela en Manhattan, aseguró que entre sus alumnos de tercer grado nota cómo se diferencian entre ellos mismos, algo que no ocurría entre sus estudiantes de primer grado hace cinco años atrás.

“Aunque la diferencia es mínima, como maestra sí la puedo notar por la forma en la que interactúan en los juegos y cómo se forman los grupos”, explicó la docente con nueve años de experiencia.

A juicio de la educadora, los niños repiten lo que ven y escuchan en sus hogares. “Hay quienes se integran bien, pero he visto algunos que no quieren meterse con chicos que luzcan diferente, especialmente por el color de la piel“.

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