Hijo del Secuestrador de Cleveland aplaude su condena
Ariel Castro "debe quedarse entre rejas por el resto de su vida" asegura su hijo Anthony
CLEVELAND, Ohio, EE.UU. — El hijo de Ariel Castro, residente de Cleveland que admitió haber secuestrado, violado y esclavizado a tres mujeres durante una década dijo que su padre merece estar en prisión el resto de su vida.
En una entrevista con el canal de televisión NBC, Anthony Castro indicó que nada tiene que decir a su padre, Ariel Castro, y que no le visitará en prisión.
Se espera que Ariel Castro, de 53 años, sea sentenciado este jueves a cadena perpetua más 1,000 años de cárcel tras declararse culpable la semana pasada de 937 acusaciones a cambio de no ser ejecutado.
“Creo que es la mejor sentencia posible”, dijo Anthony Castro. “Creo que si realmente no puede controlar sus impulsos y realmente no da valor alguno a la vida humana como ha demostrado este caso, debe quedarse entre rejas por el resto de su vida”.
Anthony Castro, de 31 años, dijo que su padre es una persona violenta y que con frecuencia lloraba hasta quedarse dormido porque tenía marcas en sus piernas de las palizas que le propinaba. Empero, agregó, no estaba preparado para escuchar los detalles de lo que hizo su padre con las mujeres.
“Quedé anonadado debido a la magnitud de su crimen”, contó Anthony Castro. “Nunca me imaginé que alguien pudiera hacer eso, y menos que sería de mi propia sangre, mi padre”.
El abogado de Ariel Castro no respondió el lunes a una llamada telefónica en busca de comentarios.
Las tres mujeres desaparecieron entre el 2002 y el 2004 cuando tenían 16, 14 y 20 años. Escaparon en mayo cuando Amanda Berry destrozó parte de una puerta y pidió ayuda a los vecinos.
Una de las víctimas, Amanda Berry, de 27 años, realizó su primera aparición en público el sábado por la noche cuando fue invitada al escenario por el rapero Nelly en un concierto al aire libre en Cleveland.
Otra víctima, Gina de Jesús, habló brevemente el domingo con un canal de televisión de Cleveland, agradeciendo a los voluntarios que levantan una valla de dos metros en torno a su casa.