El mundo la reclama, EEUU la bloquea

Dreamer 'genio' becada en cuatro universidades europeas, limitada por ley migratoria

Berenice Villegas vivió en EEUU como indocumentada hasta que se graduó de la Universidad de  Columbia. Ella salió del país antes de la aprobación de DACA, becada para cuatro universidades de la Unión Europea.

Berenice Villegas vivió en EEUU como indocumentada hasta que se graduó de la Universidad de Columbia. Ella salió del país antes de la aprobación de DACA, becada para cuatro universidades de la Unión Europea. Crédito: Suministrada

A Berenice Villegas Ramírez, mexicana de 24 años, la vida debería sonreírle: por sus logros escolares tuvo una beca completa en una de las mejores universidades de Estados Unidos (Columbia) y ahora cursa una maestría en biología evolutiva pagada por la Unión Europea que le permite estudiar un semestre en cada uno de cuatro países del Viejo continente: Holanda, Francia, Suecia y Alemania.

Berenice ya cursó su primer semestre en Holanda y ahora está en la Universidad de Montpellier, en Francia, pero una de las universidades más importantes de Estados Unidos quiere que asista allí por tres meses para completar un proyecto de investigación, y luego volver a Europa, a seguir su maestría.

Sin embargo, hay un serio problema: Berenice es una “soñadora” (dreamer), como se les dice a los jóvenes indocumentados que crecieron en Estados Unidos y hace un año dejó atrás una posibilidad de solicitar la Acción Diferida o DACA (que hubiera significado perder la beca europea) para tomar un avión hacia una increíble experiencia escolar, pero un incierto futuro lejos de su familia.

“Si el Presidente Obama hubiera otorgado DACA antes , yo hubiera podido aceptar trabajos que se me ofrecieron luego de graduarme de Columbia y me hubiera quedado”, afirmó Berenice en entrevista con La Opinión desde Francia por Skype. “Pero cuando vi que nada pasaba, solicité esta beca en Europa, tardé tiempo en decidirme ya que tras graduarme en 2011, pasé 2012 pensando qué hacer en el futuro. Me fui del país el 14 de agosto, un día antes que publicaran los reglamentos de DACA”.

Berenice ya empezó los trámites para entrar temporalmente a Estados Unidos, aunque sabe que será difícil.

“He pedido una visa J-1, para estudiantes y visitantes de intercambio. Si me la niegan, tendré que pedir un perdón (waiver), llenar muchos papeles y esperar”, dijo. “Pero no sólo lo hago por los estudios, sino porque extraño terriblemente a mi familia. En realidad estaría feliz de ir, verlos, hacer mi proyecto y regresar, yo tengo que seguir mi master en Europa”.

El problema de Berenice es que, según la ley de Estados Unidos, ella tiene prohibido regresar por 10 años por haber estado indocumentada más de un año. La única manera de regresar es con un waiver o perdón.

Los padres y el hermano menor (20 años) de Berenice siguen en Ohio, donde viven hace 10 años. La familia inmigró desde Celaya, Guanajuato, luego que su papá, que trabajaba en una fábrica de piezas de automóvil, fue despedido por quejarse del maltrato a compañeros.

“Entonces él decidió venirse porque aquí (EEUU) estaba un hermano suyo. Un año después nos fuimos mi mamá mi hermano y yo por la frontera. Yo tenía 13 años y mi hermano 9”, cuenta la muchacha.

Berenice logró ponerse al día en sus estudios en poco tiempo y para cuando se graduó de secundaria, era una de las mejores estudiantes de su escuela, con promedio escolar de más de 4.0. “Pedí cupo en 11 ó 12 universidades y me contestaron de cinco. Me aceptaron en Columbia y Dartmouth”, dice.

A lo largo del camino hubo muchas dudas. “Alguna vez pensé regresar a México a hacer la universidad, pero no lo veía claro. Muchos me decían que sin papeles aquí sería imposible. Cuando me aceptaron en Columbia estuve cuatro años en una zona segura, pero al terminar tenía la disyuntiva: no podía trabajar ni seguir un PhD, no tenía muchas opciones”, dice.

“Pero a mí me hace falta mi familia”.

Es un riesgo intentar regresar en este momento. Pero Berenice ha vivido en esta incertidumbre sobre su futuro desde que tiene uso de razón. Y a pesar de eso, las mejores universidades de América y Europa han apostado por ella. Sólo falta que las leyes migratorias de Estados Unidos también lo hagan.

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