Mayweather: “moneyman” contra el mundo
Floyd Mayweather ha construido una coraza de imbatibilidad con rivales elegidos para su conveniencia
Peleador por herencia. Ganador por necesidad. Superatleta por convicción. Y millonario avaricioso porque le da la regalada gana.
Floyd Mayweather Jr. es, a los 36 años, la figura indiscutibe del boxeo mundial. Un Rey Midas que sacude la taquilla, y una figura con el más alto nivel de exposición mediática.
Menudo personaje eligió Golden Boy Promotions para graduar de estrella a Saúl “Canelo” Álvarez el día de la independencia de México. Un hombre que nunca perdió una pelea, pero que a su edad bien podría empezar a insinuar algunas grietas en su físico prodigioso.
“Mayweather siempre ha enfrentado a los boxeadores en el estado en el que a él más le conviene”, expresa Óscar de la Hoya. Dice en voz baja el capo de GBP algo que otros gritan. Floyd Mayweather, además de su enorme talento como boxeador y su paranoia obsesiva por el gimnasio, ha desarrollado con el paso de los años una habilidad endiablada para los negocios.
Algo que, por lo demás, es nuevo en el clan Mayweather, porque los tres veteranos de la familia: su padre Floyd y sus tíos Roger y Jeff Mayweather, fueron buenos peleadores, con grandes condiciones, pero su fama fue relativa y su fortuna volátil.
El jovencito Floyd Jr. entendió que esto no era un asunto de matarse a trompadas con nadie, sino de acumular millones. Y que eso era posible ganando peleas, y que para ganarlas cuenta mucho el rival que tienes al frente.
“Mi negocio no es que me lastimen en un cuadrilátero por dinero… Mi negocio es ganar peleas y ganar millones”. Lo dice en medio de una risa sardónica.
Cuando resolvió esa ecuación, decidió que solo pelearía con hombres que le concedieran ventajas antes de subir al cuadrilátero. Ventajas en peso. En talla física. En edad. Entonces cambió su “nickname” de “Pretty Boy” por “Money”. Y ahora sí, agárrense todos de donde puedan.
Ya tenía una carrera hecha como peso welter junior (140 libras), con dos combates que lo graduaron de valiente ante José Luis Castillo, en 2002, quien lo llevó en ambas ocasiones a la distancia, cuando se cruzó con el gran Arturo Gatti, ya molido por sus batallas épicas, y al que le ganó por nocaut en seis asaltos en su segunda pelea en 140 libras.
Para entonces estaba invicto en 33 combates y ya tenía fama de poseer la defensa más excelsa del boxeo, pero seguía lejos de los millones. ¿Y entonces? Emigró a la 147 libras.
Mayweather tenía 29 años en 2006 cuando se cruzó con Carlos Baldomir, ya con 36 años, y le arrebató los títulos del CMB y la AMB.
Esa victoria llegaría a ser el punto de inflexión en su carrera. Fue, de alguna manera, el salto de calidad que esperaba, porque si bien es cierto que su calidad boxística nunca fue desconocida, su peso en el mercado no insinuaba en nada lo que llegaría a ser.
Luego, y como cada pillo tiene su día de suerte, a Floyd Mayweather Jr. se le apareció un ángel vestido de Óscar de la Hoya, en el jalón final de su carrera y con metas precisas de consolidar su empresa Golden Boy Promotions antes de su retiro.
A Óscar le servía un combate con el único boxeador estadounidense de categoría que quedaba (descartado Shane Mosley, con 34 años) y a Mayweather le venía de perlas, probarse en el pago por evento de la mano de un hombre que tenía grandes registros en el negocio. Le interesaba tanto, que Mayweather subió por primera vez a las 154 libras como retador del título mundial del CMB.
La crónica del combate cuenta que pelearon en el MGM Grand Garden de Las Vegas el 5 de mayo de 2007, y que Mayweather ganó una decisión dividida, por única vez en su vida, y que si hubiera sido empate nadie habría protestado.
El De la Hoya que enfrentó Mayweather había perdido dos de sus últimas cuatro peleas, ante Shane Molsey y Bernard Hopkins, y ya pensaba más en negocios que en el gimnasio.
“Mayweather hace su récord con peleadores que ya están de bajada…” , afirma De la Hoya.
Eso, que empezó con Baldomir y continuó con De la Hoya, lo constataríamos luego, pero el hecho contundente fue que el Pago Por Ver de De la Hoya y Mayweather llegó a ser el primero de la historia con 2.5 millones de llamados y $134.5 millones de dólares para una noche.
Luego, como Óscar se fue del boxeo apurado por los años, y después de que Manny Pacquiao le recetara una paliza de leyenda en 2009, al polémico invicto de Las Vegas le quedó el campo abierto para cobrar todo el crédito como imán de taquilla para el futuro.
Después de aquella noche volvería al MGM en diciembe de ese año 2007 para pelear ante Ricky Hatton, al que noqueó en 10 asaltos. El rocoso inglés, de Manchester, es el único rival que ha caído por nocaut ante Mayweather desde que éste pelea en las 147 o en las 154 libras.O si usted quiere, agregue el nocaut contra Víctor Ortiz en aquella burda comedia en la que “Vicious” le tiró un cabezazo y Mayweather lo noqueó cuando todavía no reinciaban la pelea.
Ya de cara a su cita contra “Canelo” Álvarez, bien vale dejar un par de reflexiones sobre las potencialidades de Mayweather como peleador superwelter.
Dos veces, solo dos veces, se ha probado ante hombres de 154 libras retándolos en su peso. Ante De la Hoya, en la citada pelea de 2007, y ante Miguel Cotto, en mayo de 2012. En ambas ocasiones subió al pelear con 151.1 libras.
Es la ausencia de auténticas estrellas lo que ha permitido un peso mediático tan desmedido, porque un repaso a su carrera de 2007 para acá, cuenta que estuvo retirado 20 meses, que estuvo encarcelado tres meses, y que, eso sí, fue muy selectivo a la hora de elegir a sus enemigos.
De ellos, con Cotto fue una pelea digna y una victoria estrecha pero limpia. Perdón, se cruzaron después de que “Money” lo evitara de todas las maneras y cuando ya el ídolo de Caguas había sido machacado por Antonio Margarito y Manny Pacquiao.
A Márquez lo hizo subir a 143 libras y peleó con ventaja de al menos 30 libras, y debió pagar una multa de 600 mil dólares en un combate que nunca debió llevarse a cabo.
A Mosley, un 154 libras de muchos años, lo hizo bajar a 147 para aniquilarlo a los 38 años.
Ortiz fue un fiasco; Hatton un mal chiste y Robert “Fantasma” Guerrero un superligero convertido en welter que nunca fue rival. Ventajas en peso. En talla física. En edad. Por eso se mantiene invicto en 44 combates. Eso, por supuesto, no lo convierte en un farsante, sino en un gran “business person” que deja huellas de sus acciones controversiales por donde pasa.
Algo ocurrió después de la pelea ante Miguel Cotto. “Hey Rich, tengo datos muy nuevos de cuánto le producirá esta pelea a GBP –le decía a Richard Schaeffer -…tengo acá en mi ‘smart phone’ que serán más de 70 millones”. Todos reían y él seguía con su sainete. “Hey Rich… Can you do good business with me, baby?” Todos reían.
Aquella noche Floyd Mayweather puso en su cuenta de ahorros 43 millones de dólares. Es, junto a Manny Pacquiao, por obra y gracia del boxeo, el atleta que más millones factura por año, con $85 millones de dólares, muy por delante de Roger Federer, Lionel Messi, LeBron James y demás estrellas.
No factura un solo dólar por publicidad, puesto que nadie querrá vincular sus productos con un hombre encarcelado por supuestamente golpear a la madre de sus hijos, pero es un “trademark” vigente que pone las condiciones que a él le da la gana para ningunear a sus rivales y llevarlos al territorio que más le conviene.
Así ha llegado a ser una mezcla de magnate extrovertido, esposo golpeador, exconvicto redimido, turista africano o taxista del Bronx. Sí, hablamos de Floyd Mayweather Jr., el extravagante personaje con el que Saúl “Canelo” Álvarez tiene una cita el 14 de septiembre en Las Vegas.