El repunte en Boston tiene otro artífice, el boricua Juan Nieves
Al asumir funciones con los Medias Rojas, el puertorriqueño se puso en contacto con todos los lanzadores, como parte de su máxima de que una buena comunicación es un elemento esencial.
BOSTON.- Como manager de los Medias Rojas de Boston, John Farrell dio en la tecla en prácticamente todo lo que ha permitido la resurrección de un equipo que hace un año sufrió 93 derrotas y ahora disputa la Serie Mundial.
Y tal vez una de las decisiones más trascendentales que tomó fue la contratación de Juan Nieves para el puesto de coach de lanzadores.
En 2012, cuando quedaron últimos en su división, el promedio de carreras limpias del cuerpo de lanzadores de los Medias Rojas fue de 4.70, la tercera peor en la Liga Americana. Con el puertorriqueño Nieves, los pitchers registraron una efectividad de 3.79 para figurar sextos.
“La diferencia ha sido grandísima”, dijo el zurdo venezolano Félix Doubront a The Associated Press. “Esto es lo que queremos siempre, tener una armonía entre todos y Juan está contigo. Te das cuenta de la clase de persona y coach que es cuando a él le duele más cuando a uno le va mal”.
Nieves fue un lanzador zurdo puertorriqueño cuya carrera se vio truncada tras apenas tres años por culpa de una lesión en el hombro. Su breve trayectoria incluye un juego sin hits que lanzó el 15 de abril de 1987 con los Cerveceros de Milwaukee frente a Baltimore.
La lesión le obligó a retirarse tras 1988, pero siguió involucrado en el béisbol. Nieves pasó 14 años con la organización de las Medias Blancas de Chicago, los últimos cinco como el coach de bullpen y mano derecha del reconocido coach de pitcheo Don Cooper.
Luego de asumir como mánager de los Medias Rojas, Farrell necesitaba buscar a un nuevo coach de lanzadores y se inclinó por Nieves, a quien conoció en 1986 en la liga de invierno de Puerto Rico.
Farrell fue el coach de lanzadores de los Medias Rojas durante cuatro campañas, en las que el equipo ganó un campeonato de Serie Mundial y se clasificó a la postemporada en otras dos oportunidades, abriendo el paso para los debuts de Jon Lester y Clay Buchholz. Pero el desempeño de los pitchers de Boston declinó a partir de 2001, una vez que Farrell aceptó una oferta para dirigir a los Azulejos de Toronto.
“Tuvimos tres coaches distintos desde 2011”, se lamentó el zurdo Jon Lester, as de la rotación. “Tener estabilidad es un factor muy importante”.
El grupo incluyó a Curt Young en 2011, en el último año del piloto Terry Francona. Bob McClure y Randy Niemann estuvieron en el cargo en el desastroso 2012 bajo Bobby Valentine.
“Es un individuo inteligente, pero lo más importante es que su franqueza es la virtud que le ha permitido establecer una buena relación con los jugadores”, dijo Farrell. “Creo que ellos responden a la sinceridad con la que hace su trabajo, confían en lo que les dice”.
“Ha sido bastante abierto con todos”, dijo Doubront, quien mejoró su efectividad de 4.86 a 4.32 en el último año. “Le cae muy bien a todo el mundo, no es como alguien que te dice una cosa y luego se olvida. Siempre te lo está recordando”.
Farrell también cuidó de dejar que Nieves tuviese control absoluto del trabajo con los pitchers ante la idea de que, por haber sido coach de pitcheo, iba a interferir.
“Me dio toda la potestad”, indicó Nieves. “Hasta cierto punto, es algo que tiene mucho más crédito, que un coach de pitcheo probado en Grandes Ligas le da el trabajo a otro”.
Nieves señala que encontró una situación de un equipo que había tocado fondo tras el desplome del último mes en 2011, seguido por el pésimo 2012: “No podría ser peor. No sólo ganar crea carácter, sino también como lidias con los años malos. Brincar de un año malo y tener un año así, te dice mucho del coraje, orgullo y preparación de un equipo como este”.
Sin querer entrar a comparaciones con sus antecesores, Nieves destacó que su principal énfasis es mejorar el repertorio de sus lanzadores.
“Hay muchos coaches que se preocupan más en el plan para enfrentar a los bateadores. Pero si no le das a los lanzadores las balas suficientes en el revólver, de nada vale el plan, hay que preparar al pitcher. La clave la tienen el que está en la lomita y el catcher, los dos que pueden ejecutar un plan”.