A 22 años de la paz
Todavía están pendientes las grandes reformas económicas en El Salvador
El Salvador
Luego de la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, la historia no llegó a su fin como había pronosticado el profeta del neoliberalismo, Francis Fukuyama, sino más bien se reordenó un planeta regido por la hiperpotencia estadounidense, toda vez que este fue el inicio de la implosión del llamado “socialismo real” de la antigua Unión Soviética y su campo socialista.
Dos días después, con su supuesta retaguardia estratégica diezmada, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), lanzó su “Ofensiva hasta el tope”, la piedra angular para obligar a los Estados Unidos a negociar el fin del conflicto en El Salvador el 16 de enero de 1992 con la firma de los Acuerdos de Paz en el Palacio de Chapultepec en México.
Se rediseñó el Estado salvadoreño en lo referente a sus cuerpos de seguridad, que fueron abolidos, y a su Ejército, cuyo poderío político y numérico fue mermado. Se posibilitó la transformación de la antigua guerrilla del FMLN en partido político y se abrieron nuevas posibilidades en lo relativo a la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.
Estas innovaciones a nivel de la superestructura social contribuyeron al establecimiento de nuevos cánones políticos y culturales, sin embargo, la infraestructura económica no fue tocada en lo absoluto y los grupos hegemónicos de poder se adaptaron a la nueva situación de posguerra con el partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que durante cuatro mandatos (1989-2009), condujo al país a una crisis estructural debido a la implementación de políticas neoliberales que diezmaron la agricultura, el medio ambiente, las incipientes industrias y golpearon a la micro y pequeña empresa. Liquidando así a una clase media asfixiada por la crisis económica que llevó al país a un estado de calamidad pública.
La izquierda, debido a la ceguera de sus dirigentes y al mesianismo de sus élites, no supo aprovechar la coyuntura histórica que se vivió durante el primer lustro de la posguerra y perdió la oportunidad de hacerse con el poder en las elecciones de 1999 y de 2004.
No fue sino hasta 2009, cuando luego de vivir la amarga experiencia de cuatro gobiernos de ARENA, que el FMLN comprendió que debía de dar un viraje hacia el centro para poder ganar las elecciones que, de hecho, tenía ya aseguradas desde 1999, mediante la promoción de un candidato de amplio consenso y simpatía, así como de un carisma innato y una capacidad de consenso única. Se trataba del presentador de televisión Mauricio Funes, quien ya en las elecciones de 2004 estaba en el listado de los presidenciables con más posibilidades de derrotar a ARENA, al igual que su antecesor, el Doctor Héctor Silva, quien de haber sido candidato presidencial en 1999, habría ganado por amplia mayoría.
La caída del Muro de Berlín en 1989 así como el derrumbe de las Torres Gemelas en Estados Unidos en 2001, representan hitos epocales que transformaron el rostro del planeta y cambiaron el rumbo de la historia. En estos cambios planetarios se inscribe, a nivel local en El Salvador, el triunfo de Mauricio Funes en las elecciones de marzo de 2009 bajo la bandera del FMLN, mediante una alianza con el partido Cambio Democrático y el movimiento “Amigos de Mauricio”, con prominentes miembros de la sociedad civil.
Mauricio Funes, un brillante periodista fuera de serie que ejerció su profesión por más de 20 años, ha impuesto como presidente de El Salvador su sello personal a una serie de transformaciones históricas en el devenir de esta nación, sobre todo en lo relativo a la creación de una nueva cultura política, que ha cambiado el rostro de la nación y de sus habitantes, mediante la implementación de políticas públicas nunca antes llevadas a cabo en este país donde la exclusión social, la corrupción y la impunidad de las élites dominantes fue moneda común desde siempre.
Siempre habrá un “antes” y un “después” del triunfo de la izquierda en 2009, sobre todo ahora que se aproxima el 2 de febrero para elegir al próximo presidente de El Salvador.
Las lecciones de estos 22 años de posguerra son claras, pues el FMLN es una opción de poder para los próximos cinco años. Sin embargo, aún están pendientes las grandes transformaciones a nivel económico en un país donde unos cientos de familias oligarcas dominan las finanzas de más de seis millones de salvadoreños residiendo en el país.