No renunciemos a la ciudadanía

Hace 14 años decidimos emigrar a los Estados Unidos. Teniendo dos hermanos ciudadanos, pensamos que el proceso no sería difícil. Llegamos decididos a trabajar duro y salir adelante. Así lo hicimos de lunes a domingo, semana tras semana. Mauro como albañil, María como empleada domestica.

Dos años después, abrimos nuestra compañía y compramos nuestra casa. Thomas, nuestro hijo, fue a la universidad pagando como extranjero, un esfuerzo del que nos sentimos orgullosos.

Y sin embargo, seguimos indocumentados, trabajando y contribuyendo en todo a nuestro país adoptivo. ¿Cuál sería el propósito de que tengamos que permanecer temerosos y sin poder desarrollarnos plenamente? ¿En que beneficia a este país?

Como millones de personas, estamos presos de la irracionalidad de un sistema que no posee vías de acceso para la gente que este país necesita. Cambiarlo es nuestro desafío y será nuestro logro. Es cuestión de tiempo.

Una de las mejores cosas que han sucedido en torno al arduo debate sobre la reforma migratoria, ha sido la aparición de una generación de jóvenes líderes brillantes, instruidos, dueños de un futuro ilimitado. Son tantos y tan diversos que las diferencias ideológicas y estratégicas generan, en mi opinión, un debate muy saludable.

Como humilde contribución a ese debate queremos expresar nuestro más absoluto desacuerdo con las recientes declaraciones que sugieren abandonar todo el esfuerzo de los últimos años, y aceptar lo que los republicanos nos ofrecen aunque no incluya un camino a la ciudadanía.

Entendemos que se ha hecho un esfuerzo costoso y sostenido durante los últimos meses para mantener viva la necesidad de la aprobación de una reforma migratoria, todo esto después de sucesivas declaraciones de congresistas republicanos acerca de que la reforma estaba muerta. En mayor o menor medida, el objetivo se logró.

Por lo tanto, no se podría haber elegido un peor momento para generar un debate innecesario, antes de conocer en detalles la propuesta legislativa de una reforma migratoria de parte de los republicanos.

Vale la pena puntualizar que todos entendemos la necesidad de una negociación y sabemos que los resultados van a ser mixtos. Pero, ¿cuál es el sentido de hacer concesiones antes de tiempo?

No somos presos de falsas opciones, tales como ciudadanía o nada, según se ha pretendido insinuar. Nadie apuesta a todo o nada cuando se vive temeroso de ser arrestado y quizás deportado.

También es cierto que después del expedito proceso bipartidista en el Senado, el proyecto resultante ha estado guardado en un cajón durante los últimos siete meses.

Creemos que queda claro quiénes están bloqueando la reforma. Nuestra inquietud es saber si nuestros líderes comprenden que deberíamos luchar por soluciones que involucren a la mayor cantidad de gente posible, y no soluciones parciales que probablemente dejen fuera a millones de personas.

Una reforma con paso a una residencia y posterior ciudadanía no solamente es buena para el inmigrante sino para Estados Unidos. Un aspirante a ciudadano tiene que permitir que se examine su pasado, su carácter moral, demostrar conocimiento del idioma y de la historia del país.

La ciudadanía al fin del camino involucra beneficios que afectan a la educación, al acceso al cuidado de salud, a tener una representación política y poder participar en la esfera pública; en definitiva, al bienestar y progreso de una comunidad integrada a la nación.

Debería ser la preocupación de los futuros líderes asegurar estos mínimos derechos para la gente que pretenden representar.

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