La educación es un derecho civil

Las escuelas alternativas como las escuelas charter y las escuelas parroquiales pueden tener éxito donde están fracasando las escuelas públicas, y ellas merecen nuestro apoyo.

Sin embargo, Bill de Blasio está atacando las escuelas que funcionan, y Andrew Cuomo apenas está haciendo como que trata de que las escuelas públicas regulares funcionen.

La situación es calamitosa. En toda la ciudad, apenas el 30% de los estudiantes son competentes en matemáticas y el 26% es competente en inglés. La situación empeora cuando lo vemos desde la perspectiva estatal. En Buffalo, apenas el 11% de los estudiantes de tercero a octavo grado son competentes en inglés y matemáticas. En Syracuse, solo el 7.5% es competente, y en Rochester, apenas el 5%.

Comparemos esas cifras con estas: en la Success Charter Network —la red de escuelas públicas más grande de la Ciudad— el 82% de los estudiantes es competente en matemáticas y el 58% son competentes en inglés.

El éxito de muchas escuelas alternativas se puede atribuir a una serie de factores como disciplina escolar, currículos innovadores, jornadas escolares más largas y años y libertad frente a regulaciones burocráticas y contratos sindicales.

En efecto, De Blasio expresó interés el año pasado en reducir y cobrar renta para la “co-locación” de las escuelas charter -la práctica de permitir a las escuelas charter compartir espacio libre de arriendo con escuelas públicas no chárter-, pese al hecho de que las escuelas chárter reciben fondos operacionales por estudiante significativamente menores, y cero fondos por establecimientos físicos.

Las políticas educacionales del Alcalde son reaccionarias en su apoyo a escuelas urbanas que fracasan, y destructivas de las escuelas charter y parroquiales que son superiores y que dan una opción y esperanza a familias urbanas.

Si bien el Gobernador Cuomo no se ha mostrado decididamente destructivo de las escuelas charter como De Blasio, ha dejado pasar oportunidades para instituir propuestas de sentido común para expandir las escuelas charter y su éxito complementario.

En su segundo discurso del Estado del Estado, el gobernador Cuomo se hizo cargo de otra iniciativa de educación largamente postergada: poner fin al principio de despedir primero a los maestros más nuevos cuando se reduce al personal docente (“Last In First Out”) y dar prioridad a las evaluaciones docentes en su presupuesto ejecutivo.

Pero al carecer de las agallas políticas para respaldar su avasalladora retórica, se desinfló y derivó las evaluaciones docentes a las juntas escolares locales donde los sindicatos diluyeron el proceso de evaluación al punto de la irrelevancia. Al hacer esto, Andrew Cuomo una vez más demostró la supremacía de la política por sobre los resultados reales, algo que ha afectado todo su período.

Educar a niños desfavorecidos con los bloques constructores de la movilidad social ascendente, es el gran tema de derechos civiles de nuestra época. Y nuestras escuelas alternativas demuestran que la educación puede ser esa gran herramienta de equidad para los jóvenes de zonas urbanas.

La deferencia que muestra Cuomo a los políticos por sobre la reforma sustantiva y el sesgo antichárter de De Blasio protegen el estatus quo de intereses particulares y socava la promesa estadounidense de igualdad de oportunidades para todos.

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