Decidí de cruzar la frontera una vez más

Mientras leen esta columna lo más probable es que otra vez las autoridades migratorias me hayan encarcelado. Esta vez me acompañan mi bebé de 4 meses, Emiliano, y mi otro hijo Saulito, un ciudadano de los Estados Unidos. Hemos optado por presentarnos en el punto donde se cruza la frontera de México a los Estados Unidos, con 15 otras madres que se encuentran en la misma situación.

Ya hace 13 años de haber sido detenida por primera vez en mi hogar, delante de Saulito. En mi lucha para permanecer con mi hijo para que él pudiera criarse en el país donde nació recibí el apoyo de muchas personas. Creo que fue por eso que me motivó para seguir luchando después de mi deportación. Me he dedicado a defender a los migrantes centroamericanos que han sufrido tantos abusos cuando viajan por lo largo de México para llegar a los Estados Unidos. Y he seguido presionando al gobierno mexicano para, a su vez, presionar al gobierno estadounidense a favor de los 11 millones de indocumentados y sus familias.

He conocido a muchísima gente en México y Centroamérica que han aguantado el mismo dolor de la deportación y de la separación de los que aman. En distintas ocasiones organicé grupos de niños, ciudadanos de los Estados Unidos que viven en México, a que se unieran. Ya hace casi un año, mi organización, La Familia Latina Unida, organizó un evento en que familiares separadas se unieron en ambos lados de la frontera en Laredo, Tejas y Nuevo Laredo en el lado mexicano.

En esta ocasión, acordamos entre cinco familias de mi pueblo en cruzar la frontera en Tijuana a plena luz del día. Estas familias se hallaban en una situación mala sin fondos y sin respaldo organizado. No pude soportar la idea de que estas familias iban a perder toda la esperanza, y por eso opté por participar en el desafío en la frontera con ellos.

Yo sé que podría ser detenida por bastante tiempo. La copresidente de mi organización, Emma Lozano, me acompaña y yo sé que luchará por mí. Pero lo que entiendo es que no puedo vivir aceptando los atropellos que se comenten en contra de las familias inmigrantes todos los días.

El presidente Obama goza del poder de otorgar los mismos aplazamientos que ha dado a los “soñadores” a sus padres y madres y a las madres y los padres de niños que son ciudadanos estadounidenses. También tiene la autoridad de ofrecer visas temporales a las personas que han sido deportadas para que puedan regresar con sus hijos a condiciones seguras en los Estados Unidos.

Sean lo que sean los pretextos que el presidente Obama da ahora por no haber luchado por una reforma migratoria en los primeros 100 días, como había prometido, o por haber aumentado la cifra de deportaciones al doble de lo que eran bajo el gobierno de Bush, la situación actual requiere una respuesta inmediata. En cuanto mi situación personal, a ver si el presidente quiere deportarme y separarme de mi hijo una segunda vez. Mi hijo Saúl estará en los Estados Unidos con su madrina, Emma Lozano.

Sea lo que sea, lo que hemos logrado, fue porque luchamos juntos. ¡Ha llegado el momento para levantarnos y defender a las familias latinas!

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