Dios y el dinero en la Corte Suprema

Uno de los casos judiciales más controvertidos, complejos y comentados del año involucra a una compañía que quiere servir a Dios y ganar dinero a la misma vez.

Se trata del caso Sebelius v. Hobby Lobby Stores Inc., en el que la Corte Suprema de Estados Unidos decidirá si el gobierno puede exigirle a Hobby Lobby, una empresa de dueños religiosos, que cumpla con una ley que la obliga a proveer seguro médico para ciertos métodos anticonceptivos.

Ambas partes presentaron sus argumentos ante la Corte el martes.

Hobby Lobby demandó al gobierno federal porque, en su opinión, brindar cobertura para medicamentos como Plan B y Ella —los que la compañía considera “abortivos”—, viola sus creencias religiosas. Si Hobby Lobby decide no brindar cobertura, la ley le exige pagar un impuesto especial.

La empresa podría pagar el impuesto y evitar líos legales, pero no. Hobby Lobby quiere que el gobierno trate a la empresa como a una persona con libertad religiosa. O sea, quiere que se le otorgue el derecho a no cumplir con la ley si ésta de alguna manera atenta contra sus principios o su conciencia moral. Es un argumento tan raro que ni los expertos se atreven a predecir cómo fallará la Corte.

En su sitio web, la compañía indica que está comprometida con “honrar al Señor en todo lo que hace”, y que actúa en base a “principios bíblicos”. Entre éstos se encuentran no abrir los domingos y pagar un sueldo mayor al mínimo establecido por ley.

El problema es que Hobby Lobby no es un modesto negocio familiar como la bodega de la esquina. Tampoco es una iglesia u organización religiosa como el Ejército de Salvación, los que sí están exentos de ciertos requisitos legales en base a sus principios eclesiásticos.

No. Hobby Lobby es un emporio con más de 600 tiendas en 47 estados y más de 13,000 empleados, con ganancias de alrededor de $3,300 millones al año. El Wall Street Journal estima que el máximo ejecutivo de la empresa, David Green, es uno de los hombres más ricos del país, con una fortuna evaluada en $5,000 millones.

Por donde se le mire, Hobby Lobby es una corporación con fines de lucro. Es decir, existe para ganar dinero. Gran parte de su éxito se debe precisamente al modelo corporativo estadounidense, cuyo diseño estimula la inversión y el emprendimiento.

Un aspecto fundamental de este modelo permite que Green y su familia sean casi invencibles ante la ley. ¿Cómo así? Por ejemplo, si Hobby Lobby se declarara en bancarrota, el único responsable en pagar la cuenta es Hobby Lobby. Eso quiere decir que al menos que haya habido fraude o grave negligencia por parte de Green, su fortuna estaría a salvo. Es intocable por el mero hecho de que Hobby Lobby es un ente aparte. El derecho corporativo responsabiliza a la empresa, no al empresario honesto y razonable.

No así con las personas. Si usted o yo dejásemos de pagar una cuenta o nos declarásemos en bancarrota, ningún ente nos protegería. Tendríamos que pagar hasta el último centavo.

Aun así, Green no está conforme con el trato del gobierno y quiere para Hobby Lobby lo mejor de dos mundos: los mismos beneficios corporativos que lo han transformado en un multimillonario, además del derecho a libertad religiosa de una persona o una iglesia. Es decir, el derecho a una especie de trato híbrido como “corporación religiosa”, lo que es realmente insólito.

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