Messi, la sombra de una sombra blaugrana

Apenas dos tiros, ninguno de peligro, hacen del argentino y del juego colectivo del Barcelona en esta edición de la Copa del Rey, el triste recuerdo de un equipo con 'campeonitis' que hoy llora por los rincones.

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Crédito: EFE

Nunca sonrió, nunca terminó por conectarse ni al partido, ni al triste intento de juego de sus compañeros, y así no se pueden ganar ya no campeonatos, sino simples partidos de futbol: sin alma, nada. Lionel Messi está jugando como un fantasma.

Nadie lo ve, pero los balones lo buscan sin estar. El juego quiere pasar por sus pies como en las mejores épocas del Barcelona campeón, pero ‘La Pulga’ parece haber perdido el entusiasmo y es una suerte de catalizador del bajón anímico del cuadro completo.

El ‘Tata’ Martino ordena que le den la pelota, pero el argentino parece que no la quiere, es más, la desdeña, y cuando no lo hace, su talento y genialidad innegables parecen haber desaparecido como si de un mal hechizo se tratara.

Los únicos culpables en esta edición de la Copa del Rey, así como del final del temporada en la Liga y de la eliminacion en la Champions, son los ‘culés’, el Barcelona mismo, que se enfermó de ‘campeonitis’ y que ahora casi pide a gritos al tiempo que vuelva mientras extiende las manos a Munich para dedicarle una mirada suplicante, casi lastimera a Pep Guardiola.

No hay villanos, hay responsables de la debacle y a diferencia de otros casos en los que es clara la dirección a la que apunta el dedo flamíguero de la culpa, en el Barcelona duele y mucho la herida abierta de un ego malsano y colectivo que termina mal, como todas las historias de los que han llegado a sentirse intocables.

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