Buscan frenar violaciones en universidades de EEUU
Una de las víctimas de abuso sexual se une a la Casa Blanca para promover una iniciativa para combatir este mal
Washington – Jasmin Enríquez fue violada por un amigo al terminar la secundaria y una noche de octubre de 2009, en su primer año en la universidad, fue violada por su novio mientras dormía. Tras estas traumáticas experiencias fundó un grupo de apoyo, y promueve una iniciativa de la Casa Blanca para que las víctimas sepan que “no están solas”.
Huyendo del primer trauma en una escuela católica en San Diego (California), Enríquez se trasladó a la costa Este a la que le pareció su universidad de ensueño, la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State).
“Salía con un chico que me importaba mucho, y cuando me violó no supe qué hacer. Creía que las violaciones solo ocurrían cuando un desconocido atacaba a alguien en un callejón… con el tiempo descubrí que la mayoría de las víctimas conoce al violador”, señaló en entrevista Enríquez, quien esa noche se convirtió otra vez en estadística.
Aunque “una sola violación es demasiado”, Enríquez lamentó que aún subsista el estigma y la tendencia de culpar a la víctima mientras el violador queda impune.
Como muchas otras víctimas, sin embargo, Enríquez no denunció a su atacante porque su prioridad era protegerse y superar el trauma. Tampoco le ayudó el ser latina y sentirse “sin voz” en un enorme recinto universitario, o que nadie le creería.
Graduada en 2013 en Comunicaciones y Estudios de la Mujer, Enríquez empezó a revelar su experiencia con otras, y constató cuán extenso es el problema en EEUU, donde una de cada cinco mujeres y uno de cada 71 hombres han sido víctimas de abuso sexual en sus vidas.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, el 37.4% de las mujeres víctimas tenía entre 18 y 24 años cuando fueron violadas. Los violadores suelen ser sus parejas, familiares, conocidos y extraños, en ese orden.
Con la ayuda de una amiga que la escuchó sin juzgarla, Enríquez decidió fundar el grupo “Sólo con consentimiento” (“Only With Consent”), que ofrece ayuda e información a las víctimas con el propósito de frenar la violencia sexual en todas sus manifestaciones.
Desde febrero pasado, Enríquez colabora con la Casa Blanca para educar a la opinión pública sobre el problema, y también es “embajadora” de “PAVE”, una organización nacional sin fines de lucro que realiza campañas de educación contra la violencia sexual.
En su blog y en su cuenta de Twitter, Enríquez luce una sonrisa, pero confiesa que arrastra el recuerdo de los días y noches con síntomas de trastorno de estrés postraumático (PTSD), un problema común para quienes han sufrido o presenciado un trauma físico o emocional.
El martes pasado, Enríquez participó en un evento en la Casa Blanca con el vicepresidente Joe Biden, quien difundió un informe del Grupo de Trabajo Contra Abusos Sexuales, con ideas para que las universidades combatan la violencia contra las mujeres y sean siempre lugares óptimos para el desarrollo personal.
En 20 páginas, el documento recomienda que las universidades realicen encuestas para vigilar la extensión del problema; incentiven la ayuda de testigos de abuso sexual, y capaciten a personal de apoyo para las víctimas.
El Gobierno también estableció una página web con los recursos disponibles para ayudar a las víctimas a delatar estos delitos.
Enríquez se siente más fuerte y quiere que otras víctimas encuentren refugio en sitios como el suyo, porque “nadie debe pasar por esto sola”.