Port Richmond: El barrio de los mexicanos

El barrio fue fundado por holandeses y ha sido recreado por inmigrantes mexicanos

Cafe con Pan Bakery en Port Richmond.

Cafe con Pan Bakery en Port Richmond. Crédito: Gerardo Romo

Que la ciudad agradezca a la comunidad mexicana por rescatar a Port Richmond, un barrio con mucha historia que estaba en decadencia. Este antiguo barrio de Nueva York ha sido revigorizado en la última década por inmigrantes poblanos, oaxaqueños y toluqueños.

Aún quedan huellas de los colonizadores holandeses que a comienzos del siglo XXII se establecieron en la zona. La vida se desarrolló alrededor del puerto y de organizaciones comunitarias como la Iglesia Reformista Holandesa. En 1866, el vecindario recibió oficialmente el nombre de Port Richmond, y siguió creciendo. La construcción en 1931 del Bayonne Bridge—el puente de acero arqueado más largo del mundo en aquel momento—lo unió con Nueva Jersey y marcó probablemente su momento más alto.

Pero nada es permanente. La inauguración en 1964 del puente Verrazano-Narrows y la construcción a comienzos de la década siguiente del Staten Island Mall corrieron el eje comercial de la isla, condenando a Port Richmond a la postergación económica.

Los mexicanos empezaron a llegar en la década de 1990 y debieron ganarse un espacio entre la predominante comunidad afroamericana. En los últimos diez años, su crecimiento fue explosivo; hoy, los nuevos residentes superan en número a los más viejos. Según el Censo de 2010, la composición demográfica de Port Richmond es 45.7% hispana, 26.7% blanca, 21% negra, 3.7% asiática y 3.9% de otras razas.

Los esposos mexicanos Oscar y Patricia Pérez, ambos de 45 años, son dueños del restaurante La Merced en Port Richmond Avenue. El local es un verdadero multi-propósito: a la entrada parece una bodega, en el medio una venta de productos de piñatas y fiestas de quinceañera, y al fondo está el secreto mejor guardado y el más sabroso, que es el restaurante.

Los Pérez son padres de cinco hijos, algunos de los cuales están en la universidad y otro sirve en la Marina. “Hace veinte años vivimos acá, luego nos fuimos y regresamos hace diez a abrir el restaurante. En esa época era un poco peligroso, pero ya estamos más tranquilos. Los hispanos hemos levantado la calle“, dice la pareja.

Gran trabajo han tenido que hacer las organizaciones como El centro del Emigrante, Make the Road y Eye Openers Youth Against Violence. “Los grupos comunitarios han informado a que la gente sepa sus derechos de vivienda, de trabajo y salud“, dice Oscar.

“A los mexicanos les gusta Port Richmond porque es tranquilo, comparado con otros condados. Hay poco tráfico, hay menos estrés. Acá cerramos temprano, se vuelve peligroso tarde”, dice Patricia.

El puertorriqueño Noel Estrada, de 67 años, y su esposa Carmen Viruel, de 59, también han sido testigos de la transformación. Manejan la Botánica Yemallá Ochun Oya desde diez años. Antes tenían una en Brooklyn. “Los clientes son una mayoría de gente mexicana y afroamericana. También caribeños negros. La gente quiere comprar un escapulario, un incienso, una medalla”.

Estrada señala en todas las direcciones y muestra cómo la arquitectura ayuda a los productores de cine y televisión a recrear escenas de siglos pasados.

Quizás en otros tiempos se puedan filmar películas en español en Port Richmond.

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