Con su show arrancan sonrisas en las calles del Barrio
El ventrílocuo de Puerto Rico, lleva 36 años dominando el arte en las calles de Nueva York
El calor es aplastante pero solamente uno de los dos transpira. Chamaquito puede soportar estas temperaturas de casi 100 grados sin inmutarse pero se queja igual, canalizando el mal humor de su dueño, Nelson Camacho, que le hace decir: “Espero que pronto la lluvia se lleve esta humedad”.
Los que pasan asienten y sonríen, y alguno que otro hace caso al letrero y deposita un dólar para que Chamaco y Chamaquito deleiten con su show. “La voz sale de aquí, de la barriga”, explica Camacho mientras se acaricia el estómago, “y también de acá de la garganta”. Luego entonan juntos “El Rey”, de Vicente Fernández. “Somos los únicos que podemos cantar así a dos voces”, dice sin esconder su orgullo.
Con el cabello engominado y tirado hacia atrás, este elegante puertorriqueño de ojos azul cielo lleva 36 años ganándose el pan como ventrílocuo, pero no es sencillo y actualmente no tiene vivienda fija. “Amo lo que hago, nací para esto y desde los dos años tengo condiciones”, afirma sin sacar el brazo derecho de un hueco en la espalda de Chamaquito desde donde controla a su compañero. “Cada vez que aquí había un incendio, yo esperaba a ver qué quedaba entre los escombros y recolectaba los muñecos. En casa jugaba a ponerles voces, inventaba diálogos y mi padre se ponía nervioso. ‘¿Qué él hace jugando con muñecas?’, le preguntaba a mi madre”.
Chamaquito es el cuarto ‘socio’ de Nelson; primero estuvo Chiquito –al que manejaba con cuerdas- luego John John, después Daniel y ahora este que viste camisa, corbata, pantalón de traje y una gorra de los Yankees. Nelson no sigue un guión, e improvisa su acto. “Involucro mucho a la gente que nos ve; hago un chiste o piropeo a alguna señorita”, dice. “Chamaquito me sigue y tiene mi personalidad: carismático y seductor“.