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Niños migrantes necesitan más representación legal

Menores migrantes centroamericanos tienen que poder explicar sus casos, dicen los abogados

Junior le teme tanto regresar a su país, que no provee su nombre ni su país de origen.

Junior le teme tanto regresar a su país, que no provee su nombre ni su país de origen. Crédito: Aurelia Ventura / La Opinión

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Junior tiene apenas 17 años pero ya sabe lo que es la muerte tocándole los talones y escapar para evadirla.
También sabe lo que es perder a varios de sus amigos de la infancia, una experiencia que pocos tienen a su edad, a menos que estén en un lugar donde la vida vale muy poco.
Sabe que a pesar de su corta edad, ya arrastra severos traumas. Su mirada nerviosa lo delata.
“Es el dolor de perder a tantos amigos que desde la niñez han estado conmigo, en la escuela, jugando fútbol. De saber que a todos los mataron, uno por uno, apenas yo me fui”, dice Junior, quien tiene tanto miedo que no usa su nombre real ni dice de que país centroamericano proviene.
Jóvenes como él y más jóvenes, algunos, niños muy pequeños, llegan con los mismos traumas. Es imposible que a ellos, argumentan abogados que están recibiendo sus historias, se les pueda hacer justicia si la ley no les da el tiempo necesario para explicar y documentar bien sus casos.
Este martes, abogados de organizaciones locales a quienes les está tocando representar a muchos de estos menores que huyen del reclutamiento y la violencia de las maras, quisieron dejar algo en claro.
“Sí vamos a acelerar los casos sin tener en cuenta como esto sacrifica la seguridad de estos menores, las consecuencias serán inmensas”, dijo Lindsay Toczylowski, abogada directora del Proyecto Esperanza de derechos de los inmigrantes.
“Trabajar con niños es muy diferente a hacerlo con un adulto”.
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Si el congreso reforma la ley para eliminar las protecciones aprobadas en 2008 para estos menores, niños y jóvenes como Junior tendrán entre 24 horas y una semana para presentar su caso a un agente y quizá un juez, si tienen suerte.
En este caso, Junior, quien llegó en mayo de 2013 y eventualmente se reunió con su papá en Los Ángeles, pasó directamente a un tribunal de inmigración con la suerte de tener a un abogado representándolo.
“Toma tiempo documentar estos casos”, dijo Toczylowski. “Los más traumatizados simplemente no podrán presentar su caso. Toma días o más para un abogado lograr la confianza que permite que cuenten su historia”.
La abogada Judy London, del bufete de interés público Public Counsel, dijo que tras mas de 20 años de trabajar con inmigrantes y refugiados, hasta ella misma está en shock por lo que han pasado los niños que llegan de tres países centroamericanos.
Niñas violadas, niños que ven a amigos asesinados camino a la escuela, extorsión”, contó London.
La historia de Junior no es aislada, es la historia de la gran mayoría de los niños que están llegando a manos de estos abogados que trabajan en organizaciones no lucrativas.
Para Daniel Sharp, de CARECEN, los cambios que el congreso está considerando hacer para acelerar las deportaciones de estos jóvenes son “injustificables”.
“Esencialmente, estamos poniendo a estos niños en un juicio de pena de muerte”, dijo Sharp. “Es absolutamente necesario que tengan la posibilidad de ir ante un juez y tener tiempo para contar su caso”.

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