Blanco como central

En la cuestión racial, el diccionario de la RAE es blancocéntrico

El racismo ha dejado connotaciones difíciles de borrar.

El racismo ha dejado connotaciones difíciles de borrar. Crédito: Morguefile

La Cresta de la lengua

El panorama social está revuelto y la lengua no ayuda. Con motivo del reciente estallido social protagonizado por grupos afroamericanos se ha puesto otra vez de actualidad el cómo designar a los miembros de esta comunidad. Se insiste en que el uso de “negro” es lo apropiado. Se dice “si se es negro, negro, si morao, morao”. Se habla de un falso sentido del pudor en la lengua y de un innecesario recurso a eufemismos. Sin embargo, la gente sesuda que nos dice que se debe decir “negro” no explica por qué el que no lo es se ve incómodo diciéndolo, que es parte consustancial del problema.

Se puede constatar en lo que sigue que para dar soluciones satisfactorias aplicables al multiétnico mundo hispánico no se puede uno fiar demasiado de la Real Academia Española (RAE). Que grupos tan variados pertenezcan a un único mosaico cultural es un éxito colectivo del que la cultura hispana debe presumir. Y de lo que es pionera. La forma en cómo un dominicano es hispano no se asemeja a aquella en cómo un nigeriano se siente parte de la comunidad británica. Para unos es su lengua, para los otros un préstamo colonial a modo de lingua franca.

Las entradas del diccionario de la RAE (DRAE) las deberían escribir redactores con capacidad para ponerse en el lugar de cada grupo de los que conforman el espectro hispano. La lectura de las entradas de “negro”, “blanco”, y “moreno”, deja poco margen para el error: es un diccionario de “blancos” y para “blancos”. Podrían incluir en el diccionario “blanquismo”: ‘tendencia a ver el mundo a través (del color) de la lente europea’.

De acuerdo con la RAE “moreno” es el oscurecimiento de la piel del “blanco”. Los “negros” se da a entender que no se pueden poner morenos. Es un “blanquismo”. Los que redactaron el diccionario viven en una burbuja o, peor, no lo consideraron de interés “para blancos”: o quizás pensaran que solo se pueden poner “más negros”. No tiene justificación que primen estas euroexcentricidades cuando el 90% de los hablantes de español no son europeos. Otra curiosidad: “moreno” con “blancos” se aplica a la piel; con los (que llaman) “negros”, a las personas.

Observen esta definición: “negro”: ‘Dicho de una persona: cuya piel es de color negro’. Entonces, ¿si se ven en otro color, pongamos “marrón”, qué se debe decir? ¿Y a los ciegos que lean el diccionario en braille cómo les ayuda lo del color? En la película de Avatar, algunos de sus personajes naví son de apariencia africana pero… ¡son azules!

¿Por qué en “blanco” se escribe ‘se dice del color de la raza europea o caucásica’ pero en “negro” no se pone ‘se dice de la raza africana’ o: ‘de la aborigen de Australia’? Aparte de llamar raza a lo que no lo es el “blanquismo” es patente. Los “blancos” tienen un espacio, sus “negros” solo pasaban por allí.

“Negro” y “blanco” son términos asociados desigualmente. Esta definición es del DRAE: Bajo “blanco”: ‘Tratamiento que daban los esclavos o servidores a sus amos’. Las denominaciones vejatorias perpetúan las relaciones esclavistas. Y esto lo rechaza el hablante que lo percibe.

El racismo ha dejado connotaciones difíciles de borrar, no solo porque “negro” sea una palabra acuñada (para personas) por “blancos” sino por lo que entraña en cuanto a la desigual dependencia entre ambos grupos.

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