Inmigración: Ofendidos por el tema

Los conservadores no deberían hacer tanto escándalo con un comentario de Jerry Brown

El  presidente de México (c), y el gobernador de California (i) durante una reunión con empresarios locales en un hotel en Los Ángeles.

El presidente de México (c), y el gobernador de California (i) durante una reunión con empresarios locales en un hotel en Los Ángeles. Crédito: EFE

Los conservadores tienen que calmarse y dejar de alterarse por cosas tontas.

Y no hay nada más tonto que su afirmación de que el gobernador de California Jerry Brown está abriéndole las puertas a los inmigrantes ilegales, todo por un comentario improvisado que hizo este demócrata y que sonó un poco demasiado acogedor.

Con respecto al tema de inmigración, muchos conservadores siempre se agitan y piensan que cualquiera que esté en desacuerdo con ellos apoya la política de fronteras abiertas. Si no pueden encontrar a un liberal que diga algo escandaloso, toman un comentario inocente y lo convierten en escándalo. Esto es problemático en un debate en el que los liberales a menudo no son tan liberales. Algunos que apoyan a los trabajadores obreros insisten que los salarios serían más altos si no fuera por los inmigrantes.

La reyerta comenzó cuando el presidente de México Enrique Peña Nieto visitó California la semana pasada y pidió una reforma amplia de inmigración en Estados Unidos.

No hay noticia todavía sobre si México pronto reformará sus propias políticas de inmigración que intentan mantener afuera a los que vienen de América Central.

Hablándole a un grupo de cientos de dignatarios en Los Ángeles, Peña Nieto pidió “justicia para quienes contribuyen tanto al desarrollo de la sociedad de Estados Unidos”.

Sobre eso, tiene razón. La contribución de los inmigrantes ilegales abarca a estados como California, que produce casi la mitad de frutas, nueces y verduras cultivadas domésticamente y constituye $45 mil millones al año. Lo admiten los agricultores mismos: la industria depende casi totalmente del trabajo de los inmigrantes ilegales.

¿Le gusta consumir leche o queso o comer frutas y verduras? Vaya a California y abrace a un inmigrante ilegal.

Sin embargo, fue Brown el que hizo el comentario que volvió loco a los conservadores. Simplemente dijo cuán bonito era estar “reunidos aquí con gobernadores, secretarios y muchas buenas personas. Algunos ciudadanos, otros quizás no. Pero todos son bienvenidos hoy en California”.

Bill O’Reilly de Fox News acusó a Brown de “socavar la ley de inmigración de Estados Unidos” y crear “un estado santuario en California”.

¿Realmente? Lo que Brown dijo fue inocuo y comparable a lo que dijo el alcalde de la ciudad de Nueva York cuando celebró la victoria de los Yanquis en la Serie Mundial de Béisbol diciendo: “Hoy somos todos de neoyorquinos”.

Con el resto de sus comentarios, Brown hizo lo que los demócratas hacen siempre: actuar de una manera moralmente superior a los republicanos. El gobernador atacó a su predecesor, Arnold Schwarzenegger.

“No hace mucho el gobernador de California no le permitía obtener licencias de conducir a las personas indocumentadas de México”, dijo. “Esa ya no es la ley”.

Brown no mencionó un pequeño detalle con respecto a las licencias para conducir: que durante el debate sobre su emisión, tuvo una disputa con los activistas de inmigración porque él quería que las licencias llevaran un sello que dijera bien claro que eran solamente para conducir. Algunos desde la izquierda llamaron al calificador “la letra escarlata” que promovería el prejuicio étnico por parte de la policía. Al final, ganó Brown.

Finalmente el gobernador dijo que debería haber un movimiento libre entre países vecinos.

“Si podemos poner un hombre en la luna”, dijo, “podemos poner un hombre de México en California en 20 minutos”.

Apuesto a que podemos recortar ese tiempo a la mitad si los cultivos están listos para la cosecha y es temporada de contratación.

Ahora en su tercer término como gobernador en un periodo de cuatro décadas, Brown a veces trata el tema de inmigración desde todos los ángulos y tratando de complacer a todos. En otras palabras, el idealista se ha vuelto pragmático.

Después de todo, este hombre de 76 años tiene mucha experiencia. Entre sus trabajos como gobernador, fue alcalde de la ciudad de Oakland y procurador general del estado. En Oakland escuchó a los electores demócratas hablar de cómo los afroamericanos son desplazados de sus vecindarios y pierden trabajos a mano de los inmigrantes ilegales. Como procurador general, Brown firmó un acuerdo con el Departamento de Seguridad Nacional para participar en Comunidades Seguras, que esencialmente permite a la policía local y estatal hacer cumplir la ley de inmigración federal. Como gobernador, entró en altercados nuevamente con la izquierda cuando, bajo presión por parte del gobierno de Obama, vetó la Ley de Confianza de California (Trust Act), un proyecto de ley que anularía los acuerdos con el gobierno federal y prohibiría a la policía local y estatal actuar como agentes de inmigración. Más adelante, firmó una versión revisada.

¿Y este es el mismo Jerry Brown que supuestamente quiere una frontera abierta? Pareciera que los conservadores como Bill O’Reilly harían bien en abrir la mente antes de abrir la boca.

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