Vacuna bajo sospecha

En Latinoamérica se usa la vacuna contra el VPH pese a los problemas conocidos

Las niñas que recibieron una vacuna contra el papiloma humano en Colombia, sufrieron desmayos.

Las niñas que recibieron una vacuna contra el papiloma humano en Colombia, sufrieron desmayos. Crédito: Imagen de video en YouTube

Al grano

Me decía un amigo médico inquieto, de esos que sospechan que siempre hay complots, que las farmacéuticas invierten más dinero en experimentar para propagar enfermedades que para combatirlas. Él cree que fabrican medicamentos menos eficientes para que la gente tarde en sanarse y así vender más.

No hay duda que ciertas farmacéuticas mundiales literalmente operan como cárteles de la droga.

Un ejemplo de actividades equívocas es la controvertida vacuna contra el VPH (Virus Papiloma Humano) la cual ha dejado un rastro de enfermos y muertos en todo el mundo.

La última alerta fue en Carmen de Bolívar, un pueblo de la región Caribe de Colombia, donde más de 200 niñas, después de vacunarlas, presentaron un cuadro clínico similar: dolor de cabeza, desmayo, mareo, adormecimiento y hormigueo en ciertas partes de su cuerpo.

En España, en 2008, la Asociación Mundial para la investigación del Cáncer, (WACR), reveló que la campaña de vacunar contra el VPH no se justificaba ni médica ni científicamente porque no se ha probado su efectividad.

Japón, por su parte, dejó de recomendar la vacuna por los daños colaterales que produce y otras denuncias de científicos alrededor del mundo afirman que viene contaminada con ADN Recombinante de Virus Papiloma Humano.

La pregunta inquietante es ¿por qué la mayor parte de ministerios o secretarías de salud de Latinoamérica han hecho caso omiso a las advertencias y permiten multimillonarios contratos oficiales para vacunar a la población? En ciertos países es gratuita pero obligatoria.

Detrás de esto se mueve una gigantesca operación de sobornos y allí acierta mi amigo que sospecha de conspiraciones.

Recientemente varias farmacéuticas tuvieron que pagar multimillonarias multas por los sobornos a políticos y médicos. Abott pagó 1,500 millones de dólares por recomendar un medicamento para la epilepsia. Pfizer canceló 2 millones por la promoción fraudulenta de 13 medicamentos y el 8 de agosto pasado concilió con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, asumiendo una multa de 60 millones por sobornar a médicos, reguladores y funcionarios de China y Europa. GlaxoSmithKline pagó una multa de 3,000 millones de dólares por incitar a prescribir antidepresivos a niños, autorizados solo para adultos. Por ahora esta farmacéutica no ha sido condenada por la vacuna VPH.

En el 2013, un tribunal francés reconoció una relación de causalidad de esa vacuna, con daños colaterales en el sistema inmune.

En los Estados Unidos, en diciembre de 2010, oficialmente se reconoció que la inoculación contra el VPH causó 89 muertes y 21,101 casos de efecto adversos, pero siguieron vacunando.

Con tantas evidencias no se entiende cómo en Latinoamérica la aplican a miles de jovencitas.

Lo insólito es que tras bambalinas se ordena dar excusas, en lo que pareciera un encubrimiento a la farmacéutica. Recomiendan decir que los síntomas, como el de las niñas en Colombia, son provocados por otras causas o simplemente son dolencias idiopáticas, enfermedad psicogénica o sugestión colectiva.

Todos ellos mienten y al hacerlo se convierten en cómplices de la perversidad de las farmacéuticas.

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