Lowriders: una pasión que se transmite de padres a hijos

La cultura angelina de los autos antiguos se hereda de generación en generación

César Virgen, entre Óscar Ruelas y Eddie  Soler, dos pioneros de la tradición 'lowrider' en EEUU.

César Virgen, entre Óscar Ruelas y Eddie Soler, dos pioneros de la tradición 'lowrider' en EEUU. Crédito: Virginia Gaglianone / Impremedia

Es en los garajes y callejones del barrio, que el hobby de remodelar autos antiguos se transmite de generación en generación.

Entre los inmigrantes hispanos, la tradición de los autos clásicos, va más allá de motores y llantas, y está relacionada con la cultura chicana de mediados del siglo XX.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los inmigrantes hispanos sólo podían costear autos viejos, a los cuales arreglaban, bajándoles el chasis con el peso de bolsas de arena. Los orgullosos mecánicos luego se paseaban por el barrio “low and slow, dando origen a la tradición Lowrider.

Hay quienes aseguran que esta tradición nació en Ciudad Juárez, México y quienes creen que fue en El Paso, Texas. Lo cierto es que en Los Ángeles, los autos lowrider están asociados a la cultura del Pachuco y los Zoot-suits, de los años 40 y 50.

El sentimiento anti-latino de la época que desembocó en los históricos Zoot-suit riots, también se reflejaba en los shows y clubes de autos, en dónde los latinos no eran aceptados.

“Hasta los años 60 y 70, los latinos no podíamos entrar a los shows de autos que se hacían en el Sport Arena y los premios eran sólo para los blancos”, recordó Óscar Ruelas, fundador, junto a sus hermanos, de los Dukes, uno de los primeros clubes del sur de California.

“Recién cuando empezamos a tener autos mejores, nos dejaron participar”, dijo Ruelas. Su Chevy 1956, bautizado “Mr. Know It All”, fue uno de los vehículos que les permitió entrar a los shows.

“Para nosotros, trabajar en los autos era una manera de mantenernos alejados de las pandillas y hacer algo positivo”, recordó Eddie Soler, fundador y presidente del club de autos Old Memories.

Como tantos niños latinos, Ruelas y Soler crecieron juntos en el barrio, mirando a los vecinos arreglar sus autos.

“Nos gustan los autos viejos”, reconoció Soler. “El único requisito para ser parte del club es que el auto sea del año 1954 para atrás”, indicó el orgulloso dueño de un Chevrolet 1939.

“La mayoría de los clubs latinos comenzaron a formarse en los años 70”, explicó César Virgen, miembro de Old Memories desde hace 20 años y dueño de un Chevrolet 1949.

La generación previa nos abrió las puertas”, contó Virgen. “Todo lo que sé, lo aprendí de Soler y Ruedas. “Crecimos admirando sus autos, ellos nos transmitieron el mismo mensaje positivo que hoy queremos compartir con las nuevas generaciones”.

Según Virgen, los jóvenes deberían poder entrar gratis a los shows de automóviles.

“Debemos invertir en las nuevas generaciones y los shows plantan una semilla de interés en ellos”, opinó.

Al mudarse a otros estados, los aficionados diseminaron la tradición a otros estados y países.

En New York, existen numerosos clubes de autos, como Drastic, que abrió sus puertas en 1994, o Lunatic, fundado en 2002, entre otros.

Los lowrider también se abrieron camino en Hollywood, en películas como Boulevard Nights, Born in East L.A., Boyz n the Hood. American Me, Machete y el documental Low and Slow, entre otras.

Para una lista de todos los clubes de autos del país, visite la página Low Rider Magazine.

Para el 35 aniversario de Old Memories, miembros que llegaron incluso desde Australia y Japón se reunieron en un parque de Los Ángeles. Edmund Quiroz realizó este video del evento.

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