México entre la ineficiencia y los abusos

A Peña Nieto se le fustiga por su desconexión con la realidad, por no entender la gravedad de la situación

A cuatro meses de la tragedia de Ayotzinapa es claro que el movimiento que pide justicia para los jóvenes desaparecidos perseguirá al gobierno de Peña Nieto hasta el final de sus días.

Como lo demostraron las marchas que se efectuaron en México y en el extranjero el pasado 26 de enero, cualquier posibilidad de diálogo entre los representantes del movimiento, encabezado por los padres de los normalistas, y los funcionarios del gobierno está cancelada. Jamás llegarán a un acuerdo por la sencilla razón de que la administración de Peña Nieto ha perdido totalmente la credibilidad no sólo ante quienes protestan por los jóvenes desaparecidos sino ante vastos sectores de la población.

El malestar crece a diario por la enorme serie de incongruencias y fallas de las autoridades en la investigación del caso. Insisten en que los jóvenes fueron asesinados y cremados pero hasta ahora no han podido responder a quienes cuestionan que científicamente es imposible incinerar los cuerpos de 43 personas al aire libre con unos cuantos neumáticos y maderas. Despierta también cada vez más sospechas que el gobierno se niegue a seguir la línea de investigación que apunta hacia la probable participación del Ejército en la desaparición forzada de los estudiantes.

A las dudas contribuye el mal manejo oficial que se ha dado al caso Tlatlaya, donde ahora se sabe que estuvieron involucrados dos generales del Ejército y miembros de la Marina.

Y, por si fuera poco, están los continuos escándalos por las casas que compró Peña Nieto a empresarios que después se convirtieron en importantes contratistas de su gobierno. Aunque para todo el mundo se trata de operaciones en las que existe un claro conflicto de interés, los voceros del presidente insisten en que no se trató de nada ilegal y de ahí nadie los mueve.

La reticencia del presidente a investigar a fondo los abusos en que ha caído su administración y a sancionar a los culpables ha provocado que su imagen se desgaste cada vez más, tanto a nivel interno como en el exterior.

El reciente artículo de la influyente revista The Economist, titulado “El pantano mexicano” refleja muy bien el desencanto que hay hacia el gobierno de Peña Nieto. A diferencia de hace unos meses, cuando la publicación elogiaba al mandatario por las reformas estructurales que había aprobado su gobierno, hoy todo son ataques. Se le fustiga por su desconexión con la realidad, por su terquedad para entender de la gravedad de la situación del país y por su negativa a rendir cuentas. En una palabra, por no estar a la altura de las circunstancias, algo que millones de mexicanos saben de sobra

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