Madres y padres “perfectos”
Muchas veces, al convertirnos en padres, cometemos el error de pensar que somos infalibles
En la infancia y en la adolescencia es frecuente que por la mente y los labios se manifieste la idea de no repetir patrones o actitudes en las que incurren los padres cuando de educarnos se trata. La frase es inconfundible: “Cuando yo tenga hijos no voy a hacer lo mismo que hace mi mamá”, pero lo cierto es que de una manera natural hay una tendencia a poner en práctica mucho de lo que aprendimos de ellos. Y esto no tendría por qué ser negativo siempre, especialmente si aceptamos que los tiempos cambian y requieren que nos adaptemos a ellos.
Sin embargo, hay reglas y costumbres que no sufren ninguna alteración, como enseñar a los hijos el respeto hacia sus semejantes, aprender a fijar límites y hacer un uso razonable y reflexionado de la libertad.
“Hoy es frecuente escuchar a los padres quejarse de que los hijos no saben obedecer, pero esto se debe a que hay una confusión entre dar a los pequeños un lugar en la sociedad, enseñarlos a expresar sus ideas ante los adultos y reconocer que actualmente son más despiertos y dejar de lado que los padres deben ser los rectores de su formación. Esto trae como consecuencia que los niños no tengan ningún tipo de control, por lo que tienen mal comportamiento y actitudes desafiantes ante cualquier persona o situación que les represente una autoridad”, afirma la especialista en psicología Mariana Rivera.
Hay un común denominador entre la mayoría de los papás de todos los tiempos: toda acción que toman a favor de sus hijos está basada en el amor y en el legítimo deseo de hacerles un bien; aunque es cierto, a veces carecemos de la capacidad para transmitirlo de este modo, de ahí que establecer un vínculo de diálogo y clara comunicación con ellos resulta vital.
“Los niños y jóvenes necesitan ser escuchados, atendidos y valorados, muchas de las reacciones negativas que desarrollan a lo largo de su vida están impulsadas en gran medida porque perciben una actitud de indiferencia por parte de los adultos y recurren a ellas como una manera de hacerse notar. Es recomendable que busquemos actividades de su agrado que podamos compartir, hay que enterarnos de sus inquietudes, sus sueños y temores y brindarles un apoyo total, ya que es así como podrán sentirse confiados y dispuestos a acercarse a sus papás”, afirma la especialista.
“El que esté libre de toda culpa que arroje la primera piedra”, reza un pasaje bíblico, pero es casi un hecho que ningún padre se atrevería a decir que jamás, ante el cuestionamiento de uno de sus hijos, ha salido por la tangente con la típica frase: “porque lo digo yo”. ¿Será que no tenemos argumentos sólidos o que simplemente nos negamos a asumir los retos que ofrece dar una respuesta clara y justa a nuestros hijos?
En este sentido la psicóloga Mariana Rivera explica que para algunos padres resulta imposible expresar a sus hijos las razones reales por las que no desean conceder un permiso, comprarles algo o incluso carecen de conocimientos para dar respuesta a alguna de las dudas que ponen sobre la mesa.
“Damos por sentado que al convertirnos en papás nos convertimos en dueños de la verdad absoluta, incapaces de equivocarnos, de sentir temores o de dar una negativa, pues pensamos que esto deteriora la imagen que los hijos tienen de nosotros. Pero lo cierto es que mientras más cercanos y reales nos encuentren, más identificados se sentirán, hablar con ellos darles elementos para discernir y respetar su lugar dentro de la familia nos ayuda a crear relaciones afectuosas sanas y prósperas con los jóvenes”, aconseja la experta.
Aunque el mundo cambia radicalmente de un momento a otro y la tarea de ser padres también se ha unido a esta revolución, es una realidad que los elementos básicos en la formación de los hijos no sufren ninguna alteración: el amor, la comunicación, el respeto y la responsabilidad nunca pasan de moda.
Colaboración de Fundación Teletón México
“La resiliencia te hace crecer en la adversidad”
Bojorge@teleton.org.mx