Raiteros: El transporte secreto de los trabajadores latinos
Estos taxistas sin licencia son una alternativa barata y cómoda para quienes terminan su jornada laboral después de la medianoche
Circula inadvertido en su decolorada van gris modelo 2001, pero Aureliano no es un conductor convencional. Durante el día comercializa tamales caseros en restaurantes de El Bronx y de noche se convierte en “raitero”, un taxista sin licencia que acondiciona su vehículo para transportar a trabajadores latinos.
“Un insuficiente salario mínimo me llevó al extremo para proporcionarle una vida digna a mi familia, aunque sé que esto es ilegal”, reconoció el inmigrante mexicano originario de Veracruz, quien anteriormente trabajó en el aeropuerto John F. Kennedy como maletero, ganando un poco más de $300 semanales.
Ahora puede obtener hasta $400 por día los fines de semana, en trayectos que incluyen locales nocturnos. “Los muchachos que salen a divertirse a los bares me contratan para recogerlos y llevarlos a su casa”, dijo Aureliano. “Hago viajes de noche y de madrugada”.
En 2013, El Diario reveló la operación clandestina de los taxis independientes sin licencia que, a cambio de una cuota, reciben llamadas de clientes de las bases establecidas. A diferencia de otros taxistas clandestinos que piratean en las calles de Nueva York, los raiteros tienen rutas definidas. El término proviene de ride, que en inglés significa viaje.
Aureliano explicó que por $5 o $10 por persona -dependiendo de la zona- lleva a una decena de trabajadores de restaurante desde sus apartamentos en Astoria, Jackson Heights y Corona, a Midtown o Downtown, en Manhattan.
Sus pasajeros aseguran que los raiteros son la alternativa más barata y cómoda para aquellos que terminan sus jornadas laborales después de la media noche.
“Al final del día estoy muerto de cansancio y lo que menos quiero es esperar hasta 20 minutos por un tren. El transporte público es nefasto en las noches”, dijo Vicente Carrasco, un usuario de raiteros. “Los delincuentes saben que los inmigrantes tenemos efectivo en los bolsillos. Es demasiado inseguro caminar solos en medio de la noche”.
Carrasco, quien trabaja como busboy en un restaurante cerca de la calle 46 y la Octava Avenida, comentó que un taxi regular cobra hasta $50 por un viaje de Manhattan hasta su domicilio en Astoria, Queens.
“Incluso los precios de un taxi pirata son bien caros para los que ganamos el mínimo. Los raiteros son los choferes de los pobres”, sostuvo.
Los usuarios de los raiteros son parte de una red comunitaria. Aureliano, quien tiene unos seis meses en el negocio, comentó que sus pasajeros son vecinos, familiares y amigos cercanos.
“Se corre la voz hasta que uno se hace de un buen grupo de clientes, pero todo es debajo de la mesa para no llamar la atención de la policía”, indicó.
El taxista informal evita estacionarse rutinariamente o recoger pasajeros desconocidos en las calles para esquivar a los agentes del orden o a los supervisores de la Comisión de Taxis y Limosinas (TLC).
“Este negocio es nada más para los amigos. Llevar a un extraño implica el riesgo de caer en la trampa de los policías encubiertos”, apuntó.
El negocio clandestino también cubre viajes interestatales desde Nueva York a Nueva Jersey, Pensilvania, Connecticut, Washington D.C., Illinois y Massachusetts, o incluso tan lejos como Texas. En el mercado ilegal se ofrecen tarifas que van de los $50 hasta los $400 -dependiendo a donde se viaje- por persona. Los usuarios comunes son inmigrantes sin estatus legal que evitan los aeropuertos, donde pueden ser interceptados por las autoridades migratorias.
Al igual que una agencia de viajes, los raiteros también ofrecen paquetes grupales a destinos de recreación como la “Montaña del Oso” (Bear Mountain State Park) en el Estado Jardín. Además de viajes, también hacen mudanzas o entrega de mercancía en los restaurantes latinos.
El negocio es lucrativo. El taxista informal calcula que el 40% de las ganancias cubren el costo de gasolina, mantenimiento del vehículo y su seguro de cobertura total en caso de accidentes de $266 semanales. El resto queda libre de impuestos o comisiones.
“La Ciudad pide que no usemos taxis ilegales. Es un buen consejo para funcionarios que pueden pagarse el lujo de un auto propio. Yo ni siquiera aspiro a la licencia de conducir por ser indocumentado”, dijo Carlos Roldos, un usuario de raiteros. “No veo el riesgo de montarme en la van que maneja mi vecino. El transporte barato es una necesidad”.
Viaje internacional
Algunos raiteros se publicitan con carteles improvisados en vecindarios latinos como East Harlem, anunciando su servicio de paquetería y viajes a México. Es el caso de una mujer conocida en El Barrio por dedicarse al negocio por 15 años.
La mujer emplea su van para transportar paquetes y personas sin documentos de identidad que desean volver a su país. El costo por persona es de $600 por un viaje de cuatro días desde Nueva York hasta la ciudad de México.
“Nosotros ponemos el hotel y los pasajeros compran su comida y tienen derecho a llevar una maleta. Es un viaje seguro”, explicó la voz femenina al teléfono. “Salimos cada fin de mes, que es cuando se junta la paquetería. Es bueno para la gente que no tiene un pasaporte o acta de nacimiento”.
Ofensiva de las autoridades
Allan Fromberg, portavoz de la TLC, dijo que 200 inspectores y supervisores trabajan en la ciudad en la investigación de taxis ilegales. Unos 50 inspectores adicionales supervisan los taxis amarillos y los vehículos conocidos como “livery”.
El vocero dijo que no hay manera de calcular el número de taxis clandestinos, pero la TLC ha incautado 4,216 vehículos que operaban ilegalmente entre julio de 2014 y mayo de 2015.
“Utilizamos muchas estrategias para detectar taxis ilegales que constantemente se actualizan y modifican en función de la dinámica de los vecindarios en los que desplegamos a nuestro personal”, dijo Fromberg. “Nuestros escuadrones de ejecución se extienden por toda la ciudad con la participación de diversas operaciones diarias, algunos con uniforme y algunos encubiertos”.
El portavoz comentó que la TLC también trabaja con el NYPD y la Autoridad Portuaria, pero no reveló detalles de las operaciones.
Si el operador ilegal se declara culpable y solicita el auto confiscado de regreso, debe pagar una cuota de remolque de $185, las tarifas de almacenamiento acumuladas de $20 por día y las citaciones implícitas de hasta $1,500 dependiendo de la violación.
“Si un vehículo incautado es reincidente, podemos iniciar el proceso de decomiso y finalmente subastarlo. Tenemos varios cientos de casos en los últimos años”, dijo Fromberg.