La doble pelea de Vázquez: dentro y fuera del ring

El boxeador boricua ve en cada pelea una forma de ayudar a su familia y a pequeños con autismo

Rafael Vázquez es boxeador, esposo y padre. Pelea dentro y fuera del cuadrilátero. Con su esposa enferma, ha aprendido a cocinar, se ha convertido en el amo de casa. Y dice que lo hace con amor.

“Tengo una hija con autismo, mi esposa está peleando con cáncer en estos momentos, es muy grande para mí subir al ring y salir con mano arriba cuando termine la pelea”, dijo Vázquez, quien se enfrenta al mexicano Mario Macías (26-16) este sábado en la cartelera protagonizada por Danny García y Paulie Malignaggi, en el Barclays Center.

La vida no ha sido fácil para Rafael. Nacido en Guaynabo, Puerto Rico, llegó a Estados Unidos cuando tenía seis años, aunque pronto regresó a la isla a vivir con su abuela y su papá. Fue allí donde incursionó en el boxeo.

“En la escuela se peleaba mucho en ese tiempo, así que tuve que aprender a defenderme”, contó. Su primo Javier Guzmán le llevó al gimnasio de Toa Baja. Cuando regresó a Estados Unidos, a los 11 años, empezó a entrenar con Elías Cabán y entró a competir en los Guantes de Oro. Pero vino el frenazo.

“En 1998 me salí del boxeo y cogí la calle, caminos malos, caí preso bregando con drogas, hasta en una época de mi vida caí en el vicio de las drogas”, manifestó Vázquez, al final de un entrenamiento. “Gracias a Dios, ahora estoy seis años limpio”.

En ese cambio mucho tuvo que ver el diagnóstico de autismo de Kaylene, su última hija, cuando la menor tenía un año y siete meses; hoy tiene ocho. “Cuando me dieron la noticia, no sabía qué era autismo”, confesó.

Decidió volver al boxeo, y recién a los 32 años hizo su debut profesional. Hoy tiene récord de 15-1, con 11 nocauts.

Kaylene acude a una escuela especial. “No me habla todavía, pero tengo fe que algún día me hablará”, dijo con el rostro iluminado por una sonrisa.

Segundo mazazo

En septiembre de 2013, su esposa Sandra fue diagnosticada con cáncer cervical, que desapareció con radiación y quimioterapia. Pero seis meses después le detectaron la misma enfermedad en el pulmón; otra vez funcionó la quimioterapia. No obstante, hace poco, recibieron la noticia de que había vuelto el cáncer cervical.

“Son pruebas que Dios nos pone para ver a dónde está la fe de uno”, dijo “Dinamita” Vázquez, aún mojado por el sudor luego de un entrenamiento.

Rafael confía en que las oraciones llegarán a Dios, y espera que cuando su esposa vaya a otro chequeo, esté libre de cáncer. “Esa es la fe que tenemos con Dios”, manifestó el boxeador de 37 años.

“He aprendido en los dos últimos años, que mi esposa estuvo con el cáncer, que Dios no te da nada que tú no puedas manejar”, indicó.

La enfermedad de su esposa le forzó a dejar su trabajo como entrenador en un gimnasio en Soho. “Estoy muy ocupado en la casa porque lo que hacía mi esposa en mi casa, cocinar, limpiar, lo tengo que hacer yo”, explicó. Pero esta situación le ha permitido “ser un padre a tiempo completo” de cuatro hijos: Angel (20 años) y Shianna (19), de una relación previa de Sandra; Chastity (10) y Kaylene (8).

Para compensar el ingreso perdido, el púgil boricua ha tenido que pelear más seguido; el de este sábado será su cuarto combate de 2015. Para llegar descansado a la pelea, Rafael se fue a casa de su tía; no obstante, tras el entrenamiento para la prensa el miércoles, pasó por casa visitando a su esposa, a quien conoció cuando los dos tenían ocho años porque vivían en el mismo bloque.

Aunque hubo problemas en su matrimonio, Rafael dice que por el amor que siente por Sandra estará siempre a su lado. No le importa levantarse a las 6:30 para ayudar a Kaylene a asearse, prepararle el desayuno y tenerla lista cuando pase el bus a recogerla a las 7:15 a.m. “Hay días que me levanto de mal humor, pero con la gloria de Dios adelante, todo es posible”, manifestó.

El rostro del autismo

Rafael dijo que hace lo que puede para ayudar a recaudar fondos para escuelas que ayudan a niños con autismo. Cuando suba al ring, va en busca de una victoria y crear conciencia sobre la condición.

“Los padres están confundidos cuando reciben el diagnóstico. Yo quiero ayudar a otras familias a superar las dificultades que yo enfrenté”, indicó.

Así también espera corresponder el apoyo que ha recibido de su familia de sangre y de oración, así como de otros boxeadores, su entrenador y su manager, Wilson Naranjo.

“Gente que está allí para mí. Si necesito llamarlos a las 3 de la mañana, ellos están allí para mí”, señaló.

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