Cómo el ser Ecuatoriano Americano me hizo la persona que soy hoy día
Vivir en Queens me hizo consciente de lo que es ser parte de una minoría y un inmigrante
Por el asambleísta Francisco Moya
En 1962 un joven llamado Edgar a los 19 años decidió dejar su familia y su casa en Quito y venir a Queens. Su sueño era convertirse en un arquitecto y mejorar su vida en los Estados Unidos.
Unas décadas más tarde, Edgar era un ciudadano estadounidense, casado y criando dos hijos en Corona, Queens. En el año 2010 y a la edad de 67 años logro su sueño de graduarse de arquitectura. Para el día de su graduación, él no estaba usando toga y birrete o caminando para recibir su diploma. Él estaba parado en la esquina de 103rd Street y Roosevelt Avenue, repartiendo información sobre un candidato al cual apoyaba muy entusiasmado, el cual era su hijo. Ese hijo, soy yo.
Me convertí en el primer Ecuatoriano Americano en ser electo para un cargo público en los Estados Unidos. Mi experiencia como Ecuatoriano Americano me ha definido como la persona que soy. Mis padres me inculcaron un profundo orgullo por mis raíces. Cuando niño, pasaba los veranos con mis abuelos en el Ecuador me hizo darme cuenta de cuan persistentes y fuertes son las personas del Ecuador, y me hizo estar más orgulloso de ser parte de esa herencia cultural. Pero esas visitas también me hicieron dar cuenta de los males de la pobreza y cómo los funcionarios electos tienen la responsabilidad de mejorarlas.
Vivir en Queens me hizo consciente de lo que es ser parte de una minoría y un inmigrante. A pesar de que es difícil imaginarme cuando mis padres se mudaron a Corona fuimos de los primeros Latinos en vivir en este vecindario. Mis experiencias de vivir como parte de la minoría, pudo ayudarme a entender como es vivir siendo parte de esta. A pesar de vivir en democracia estuvimos bajo las reglas de la mayoría, siempre debemos de recordar ser sensibles a las necesidades de los grupos minoritarios de todos los orígenes étnicos, raciales y religiosos. Además, siendo un estadounidense de primera generación, entiendo los retos únicos que los inmigrantes enfrentan. Cuando mis padres se mudaron a Estados Unidos, no hablaban mucho inglés, no contaban con ninguna orientación y tuvieron que ir arreglándoselas a medida que avanzaban. Mi crianza, como la de tantos otros estadounidenses de primera generación de hoy día, se basaba sobre cuán bien mis padres podrían adaptarse y encontrar empleo en los Estados Unidos.
Llevo estas lecciones de vida conmigo cada vez que trabajo en una legislación—orgulloso de mi patrimonio cultural, consciente de los males de la pobreza, la experiencia que vivo como miembro de una minoría y la experiencia que vivo como un estadounidense de primera generación. Como legislador, considero que tengo la responsabilidad no solamente de representar a mis constituyentes, sino también a los Ecuatorianos Americanos y a los inmigrantes de todas las partes del mundo. Mi meta es hacerles el camino para alcanzar el Sueño Americano más fácil a otras familias migrantes, como la mía. Yo no sería el hombre, o el legislador, que soy hoy día sin mi experiencia como un estadounidense de primera generación y un orgulloso Ecuatoriano Americano.