Agassi: el número uno del tenis que odiaba el “deporte blanco”

Andre Agassi siempre será recordado como un rebelde de las canchas de tenis. Sin embargo, su éxito nunca fue proporcional a su gusto por el deporte en el que era tan bueno

El éxito no fue suficiente para que el tenista superara el hecho de tener que practicar tenis obligatoriamente.

El éxito no fue suficiente para que el tenista superara el hecho de tener que practicar tenis obligatoriamente. Crédito: Getty Images

Hay ocasiones en las que los grandes deportistas llegan a lo más alto no a base de hambre y un fuerte deseo. Existen ocasiones en que el éxito ocurre casi por casualidad e incluso pareciera que sin querer. Sin embargo, lo que de plano no es nada común es que un atleta consiga triunfar en una disciplina, ser el mejor y, aún así, odiar profundamente lo que hace. Este es el caso de Andre Agassi, el tenista que marcó una época en la década de los 90 y que confesó que el deporte en el que brilló no le gustaba lo más mínimo.

En una conferencia realizada en México, Agassi explicó el fondo de su biografía Open: Memorias y expresó su más profundo rechazo al tenis cuando era jugador. Obligado por su padre a entrenar desde muy joven con el objetivo de llegar a lo más alto, el norteamericano confesó cómo se sentía fingiendo en la pista cada vez que celebraba una victoria de un deporte por el que no tenía el más mínimo apego, publicó el diario El Confidencial.

“No empecé en el deporte por elección, yo odiaba el tenis con toda mi alma y lo odié la mayor parte de mi carrera. Tenía que golpear miles de bolas cada día porque mi padre tenía la idea de que nadie me iba a ganar si entrenaba más que nadie. Mi padre era muy intenso. Yo sólo tenía ocho años y era una carga que me hundía. Ese resentimiento me acompañó durante toda mi carrera”, dijo el ganador del ocho Grand Slam.

No obstante, a la par del odio también se encontraba el talento natural del nacido en Las Vegas. El intenso entrenamiento que llevó a cabo diariamente en sus primeros años le permitió ser profesional a la edad de 16. Junto con sus cualidades natas, Agassi tuvo en sus manos todo para triunfar, llegando a lo más alto de la cima de la ATP, llegando a convertirse en número 1 del mundo con 25 años. Con 101 semanas como mejor jugador del mundo, es el noveno de la historia en el ránking liderando el tenis mundial.

Sin embargo, a pesar de los triunfos Agassi no sentía la más mínima felicidad en lo que hacía: “Mi padre me vendía como el número uno y, cuando llegas ahí, no te queda nada por lo que seguir peleando. Era el número uno más infeliz del mundo, prefería ser el 141º. Cada vez que salía a jugar, sentía que estaba fingiendo”, dijo el norteamericano. Fuertes palabras viniendo de quien desde hace más de dos décadas ha sido un referente para miles de aficionados al tenis.

PADRE DEPORTISTA Y EXIGENTE

El padre de Agassi, Emmanuel Aghassian, participó en los Juegos Olímpicos de 1948 y 1952 como boxeador representando a Irán y, desde entonces, tuvo claro que hacer en el momento de tener un hijo. Así, basado en la disciplina, el trabajo y el esfuerzo diario, el joven Andre Agassi se convirtió en el proyecto personal de su progenitor y fue condenado a entrenar a diario para enfocar su vida hacia un deporte que odiaba y que, irónicamente, le permitió ser el mejor.

Tras su retiro en 2006, Agassi creó una fundación para ayudar a miles de niños alrededor del mundo, compromiso con el que –a diferencia de sus obligaciones como jugador– se siente pleno y feliz. “Decidí tomar mi elección y darles educación a los niños, un compromiso para no fallarles, así los colores de la vida del tenis empezaron a cambiar y me di cuenta de que había algo bueno”, agregó.

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