El regreso de Messi, por el centro, como N° 10 y con cuidados de Luis Enrique

"La Pulga" no tocaba la pelota oficialmente desde el 26 de septiembre pasado.

Lionel Messi volvió a ser feliz pateando una pelota. Miraba a sus compañeros desde el banco vapulear a Real Madrid y estaba desesperado por ingresar. Se le notaba en sus gestos, en cada mirada, hasta se agarró la cabeza ante una chance desperdiciada de las once que tuvo Barcelona en el clásico.

No tocaba la pelota oficialmente desde el 26 de septiembre pasado, cuando ante Las Palmas sufrió la rotura del ligamento colateral interno de la rodilla izquierda. Como era lógico luego de tanta inactividad, Lionel Messi tuvo más ganas que juego, aunque hay que dejar en claro que no iba a ser fácil igualar -en un puñado de minutos- el nivel superlativo de Iniesta.

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Lo que hizo el Cerebro fue magnífico desde la posesión, el manejo de los tiempos y los pases al pie del compañero. Ante cada intento de achique del equipo de Rafa Benítez, el capitán tenía a mano una pared para romper hasta el blindaje más sólido. Y como encima el Real no presionó bien a los lanzadores, Iniesta se hizo un festín desde su panorama y visión de juego.

Messi ingresó a los once minutos del segundo tiempo en reemplazo de Rakitic (con el partido 3-0) y se ubicó en la zona de los carriles centrales. Más allá de que sus primeras intervenciones fueron en campo propio y por la derecha, como un “falso 8”, 21 de sus 27 toques de balón fueron por el centro. Y ocho de sus 27 balones los recibió en campo propio, cuando bajó para ser una alternativa de descarga en una salida que siempre nacía (y con una eficacia asombrosa) desde los pies del chileno Bravo.

En la computadora personal, además, Messi ejecutó 21 pases: 16 fueron correctos y los restantes cinco no llegaron a destino. Remató dos veces, una de ellas al arco; en la otra, de tiro libre, la pelota quedó en la barrera; y buscó una asistencia vertical para Suárez que no llegó a terminar en gol.

Sí participó del 4-0 de Suárez; apareció Leo por el centro, filtró un pase para Iniesta, que deja solo y bien habilitado al delantero uruguayo para que “vaya al gol” y defina con clase.

Desde lo táctico, Messi no se movió como le gusta verlo a Gerardo Martino, DT de la selección, quien lo prefiere como extremo derecho. Pero en eso también tuvo que ver la decisión del entrenador Luis Enrique de que se mueva lo más lejos posible de los roces.

Tampoco quiso que se desgaste en el retroceso, por eso cuando Real Madrid tenía la pelota y salía por la izquierda, quien bajaba como extremo derecho fue Suárez, quedándose Messi por el centro, sin más responsabilidades que acompañar la jugada. Messi se asoció con juego corto preferentemente, perdió dos balones y no recuperó ninguno, esto último en referencia a lo mencionado antes.

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Leo es tan importante para la estructura del Barca que hasta sus compañeros parecían entender el contexto de su regreso. Y estaban más preocupados en que no se resienta de la lesión que en verlo en cualquier aporte ofensivo decisivo.

Así como la selección Argentina supo ganar sin Messi ante Colombia, en Barranquilla, por las eliminatorias (y dejando una buena imagen), Barcelona tampoco necesitó de Leo para golear a Real Madrid. Siempre presionado a rendir más que el resto, ayer (al menos) tuvo un regreso acorde al contexto. Después de mucho tiempo, a Messi no se lo necesitó de salvador, sino que el equipo le hizo un lugar para hacerlo parte del festejo.

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