Saúl Berenthal, el estadounidense que quiere abrir la primera fábrica en Cuba
Solía trabajar como ingeniero para la empresa de informática IBM y ha tenido dos compañías propias. Con 72 años, quiere convertirse junto a su socio en el primer estadounidense dueño de una fábrica en Cuba después de 50 año
El interés del estadounidense Saúl Berenthal, antiguo ingeniero de la multinacional IBM, en hacer negocios en Cuba es tal, que se aventuró a crear una compañía en un sector en el que es inexperto para obtener el permiso para operar en la isla.
Lo motivan razones personales, pues el empresario de 72 años nació en Cuba pero se fue a Estados Unidos en 1960, un año después de que se instalara la Revolución de Fidel Castro.
Nunca había construido un tractor, pero luego de conocer la noticia del inicio del proceso de deshielo en las relaciones entre EEUU y Cuba en diciembre de 2014, supo que incursionar en el sector agrícola le permitiría cumplir con su visión de contribuir al crecimiento de la economía de la isla.
“El embargo de Estados Unidos a Cuba tiene ciertas concesiones con la actividad agrícola y con la construcción. Así que decidimos desarrollar la agrícola”, dijo a BBC Mundo Berenthal, quien formó la compañía Cleber LLC junto al también ingeniero Horace Clemmons.
Luego de meses de negociación con las autoridades estadounidenses y cubanas, están a pocos pasos de convertirse en los primeros dueños de una fábrica estadounidense en suelo cubano desde hace más de medio siglo.
La compañía planea invertir entre US$5 y US$10 millones en la implementación de su proyecto en la isla.
Ambos emprendedores radicados en el estado de Alabama (EEUU) diseñaron un tractor de bajo costo específicamente pensado en las necesidades del “nuevo agricultor cubano”, basándose en el modelo “Open Source Manufacturing”, según el cual el campesino tiene la capacidad de mantener él mismo la maquinaria, lo que reduce los costos operativos.
Con este vehículo, llamado “Oggún” en honor a la deidad que representa el hierro en la religión yoruba, ampliamente practicada en la isla, Berenthal y Clemmons pretenden “unir” las identidades de ambos países.
La idea, según señala, es que los dueños de terrenos y fincas en la isla puedan comprar la máquina, por un valor de unos US$8.000, a partir del financiamiento de familiares y amigos cubanos que vivan en EEUU.
“Es emocionante poder ayudar a Cuba, la tierra donde nací, a dejar de importar el 70% de lo que come y aprovechar la forma orgánica de cultivo que tienen”, expresó Berenthal con un claro acento cubano que no se ha desdibujado a pesar de haberse ido de la isla a los 17 años.
Sin embargo, el empresario agregó que estará satisfecho cuando las autoridades cubanas les indiquen los términos de producción, infraestructura y contratación para instalar la fábrica que inicialmente emplearía a 10 cubanos.
Burocracia
“De ambos lados existe una burocracia muy compleja”, señaló Berenthal sobre lo que ha sido el proceso de solicitar una licencia para establecer la fábrica de su compañía en Cuba, que en un principio planea exportar materiales pero tiene la proyección de producirlo todo en la isla.
“En los últimos 9 meses se han realizado cambios importantes para obtener una licencia general: que podamos emplear a nacionales a través de las agencias de empleo del gobierno cubano, y que este sea distribuidor de nuestros productos, siempre y cuando los vendan a una persona privada”, explicó.
Berenthal hace énfasis en “privado” para recalcar que su interés comercial está en los pequeños empresarios y no en el Estado cubano.
Sin embargo, son las autoridades de la isla las que establecerán los términos de contratación, producción e infraestructura para su compañía, que tiene previsto instalarse en la Zona de Desarrollo de Mariel el próximo marzo.
Este centro de desarrollo, ubicado a 40 kilómetros de La Habana, forma parte de la estrategia del gobierno cubano para atraer la inversión extranjera, y allí ya están operando ocho compañías de procedencia española, mexicana y brasileña, aunque no estadounidense.
Cuentapropistas
Berenthal cree que, aunque el Estado cubano se encarga de pagar los salarios a través de las agencias de empleo, hay una cláusula que puede beneficiar directamente al campesino.
“Tendremos la oportunidad de pagar a los empleados un incentivo por fuera del salario que el gobierno asigna“.
Este pago extra, según asegura, será el punto diferencial que motive a los agricultores cubanos hacia el emprendimiento y la producción.
El empresario considera que favorecer a los llamados “cuentapropistas” es la mejor estrategia del gobierno de Obama para llevar progresivamente “los valores americanos” a la isla.
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“En 55 años, no se hizo nada para mejorar las relaciones, así que ya es hora de probar algo nuevo”, le dijo a BBC Mundo.
Con 72 años, Berenthal afirma que le sobra energía para ser un participante activo de las transformaciones que atravesará su país de nacimiento con la inversión económica de EEUU.
“Crecí en la cultura estadounidense, acostumbrada a la productividad. Soy así”, expresó.