Hallan desconcertante calavera alargada en Corea del Sur
El descubrimiento de un inusual cráneo en el interior de una tumba reabre el debate sobre el auténtico origen de estos fascinantes restos antropológicos.
Ninguno de los miembros del equipo multidisciplinar de científicos que se toparon con los restos óseos de una mujer de unos 40 años de edad en un antiguo sepulcro en el país asiático podría haberse imaginado que su hallazgo les iba a deparar una sorpresa del todo inesperada. Y es que, cuando el grupo de expertos culminó la tarea de recomponer los fragmentados restos de su calavera, el misterio se hizo visible con llamativa claridad: aquel cráneo era considerablemente más largo que el de un ser humano convencional.
El suceso tuvo lugar a poca distancia de Gyeongju, localidad costera de Corea del Sur que ocupó el rol de capital política del desaparecido reino de Silla entre el 57 a. C. y el 935 d. C. Además del extraño cráneo, el interior del ataúd ceremonial de madera hallado en el lugar contenía un esqueleto significativamente bien conservado y varios artilugios de la época.
Pese a lo poco habitual del hallazgo, no se trata ni mucho de menos de algo único o inaudito. Desde hace siglos, enigmáticas calaveras humanoides caracterizadas por su estructura extremadamente alargada han aparecido a lo largo de todo el planeta. El Congo, Melanesia, Egipto, Bolivia, Irak, Siria, Bolivia y, más significativamente, la localidad de Paracas en Perú, han sido escenario del resurgir de estos restos de imposible fisionomía.
Fraudes aparte, la opinión imperante entre la comunidad científica internacional a la hora de dar con una explicación a este fenómeno (conocido como dolicocefalia) apunta a una intervención humana intencionada para deformar el cráneo de los recién nacidos a lo largo de varios meses e incluso años, comprimiéndolo férreamente entre dos tablas de madera o manteniéndolo sujeto con algún tipo de tela. Las evidencias de esta práctica se remontan a tiempos neolíticos, por lo que a día de hoy se considera un hecho prácticamente dado por hecho.
Sin embargo, y aquí viene lo interesante, parece ser que el cráneo desenterrado en Corea no fue modificado de esta manera. Así lo ha concluido Eun Jin Woo, antropólogo de la Universidad de Seúl y miembro del equipo de exploradores que afirma que el hallazgo no presentaba ningún indicio que apuntara a cualquier tipo de alteración artificial, como sí ocurre en otros casos similares.
Dicho de otro modo: la calavera habría pertenecido a un ser de apariencia humana cuya cabeza presentaría esta singularidad de manera natural. Una explicación que, sin duda, da alas a la otra gran hipótesis que con igual o mayor vehemencia ha intentado arrojar luz a este enigma entre los principales teóricos de la conspiración: los restos no serían sino el legado óseo de antiguas civilizaciones alienígenas llegadas desde otros mundos y que habrían interactuado con la especie humana a lo largo de todo el planeta.
Humana o extraterrestre, resulta indudable que cada vez que una de estas calaveras sale a la luz una parte de nosotros, tal vez nuestra conciencia colectiva como especie, nos hace preguntarnos qué tipo de humanidad perdida podría permanecer aún enterrada en los rincones más ignotos de nuestro planeta.