La desgracia de las embarazadas que no van al médico por miedo a morir de ébola
La terrible epidemia de ébola en Africa dejó marcas profundas en esa región
Tras la epidemia de ébola que azotó el occidente de África en 2014, muchas mujeres embarazadas siguen temerosas del virus y prefieren evitar a médicos y hospitales arriesgándose a tener a sus bebés solas, como relata Tamasin Ford, de la BBC.
En Guinea, donde vive Mamanata Soumah, no ha habido ébola desde junio. Pero la mujer me dijo que durante su embarazo no vio a una sola partera, enfermera o médico durante todo su embarazo e incluso después de tres días de contracciones insoportables sin medicamentos para aliviar el dolor, se rehusó a ver a alguien.
Le pregunté por qué. “Tenía miedo del ébola. No tuve valor de ir a las revisiones en la clínica porque mucha gente murió allí”. Soumah sintió a su bebé moviéndose en el útero hasta el último momento.
“El bebé se cansó mucho”, expresa con una mirada vacía. “Nació muerto”.
Evitar las vacunas
Soumah no es la única embarazada que tiene miedo de ir al hospital. Más de media decena de mujeres, que acunan a pequeños bebés en sus regazos, esperan pacientemente fuera de la choza del jefe de la aldea de Kalemodiagbe para hablar conmigo. Cada una tiene una historia qué contar.
Una de ellas es la cuñada de Soumah, M’mah Camara, quien se rehúsa a llevar a su bebé al hospital para vacunarla.
Igual que Soumah, ella también pasó tres días en su casa durante el trabajo de parto, rehusándose a visitar al médico o a la partera. Pero a diferencia de Soumah, su bebé sobrevivió.
La mujer de 27 años perdió a 13 miembros de su familia por el ébola, incluido su esposo. Cuando él murió, siguiendo la tradición local, se casó con su hermano quien es el padre de su bebé.
“Durante el ébola la gente que salió para ir a la clínica nunca regresó. Ahora tengo miedo de ir y no regresar”, dice.
Nadie regresó vivo
Es la misma historia de otras nuevas madres y embarazadas en la aldea. Incluso después de la terrible experiencia de Soumah, el temor del ébola parece superar el miedo de cualquier otra cosa.
Fatoumata Camara tiene siete meses de embarazo pero no tiene intención de usar los servicios de salud. “Desde que mi amiga perdió a su bebé tengo miedo del nacimiento pero no tengo el valor de ir a la clínica”, me dijo.
Tanto su madre, como su hermano y suegra murieron por el ébola. “Tengo temor de ir al hospital, a pesar de que mi esposo quiere que vaya”, asegura. Todos dicen que quienes salieron de la aldea para ir al hospital o clínica durante la epidemia de ébola, nunca regresaron.
Solo en esta aldea murieron 43 personas a causa de la infección.
Salas vacías
Kalemodiagbe está a unas dos horas manejando desde la capital Conakry, y cerca de 5 km desde el puesto de salud más cercano, detrás de un camino sinuoso y polvoriento.
A unos 15 km del principal hospital del distrito en la ciudad de Forecariah, encontré un inquietante silencio en el patio. Durante la epidemia de ébola casi no había espacio para moverse. Las carpas para el triaje de los pacientes ocupaban cada espacio disponible.
Las salas estaban llenas. Pero cuando lo visité no había filas en la sala de espera.
El doctor Mamamdou Cisse, el director del hospital de Forecariah, asegura que esto se debe a los temores y las sospechas.
“La confianza entre el sistema de salud y la población no ha sido totalmente restaurada”, me dijo. “Y debido a esa falta de confianza las embarazadas se están quedando en sus casas. Ni siquiera vienen aquí para sus citas prenatales”.
El médico afirma que el hospital está funcionando a entre 30 y 50% de su capacidad normal debido a que la gente tiene miedo de visitarlo. Antes del ébola llevaban a cabo un promedio de 38 cesáreas al mes, ahora sólo se realizan 18.
El día de mi visita sólo había 18 pacientes. “Normalmente son más de 50”, dice el médico. Cisse afirma que su mayor preocupación es que si estas futuras madres no van al hospital podrían morirse en casa.
Pregunta dolorosa
Antes de la epidemia de ébola, ya existían dificultades para lograr que las embarazadas visitaran una clínica o llevaran a sus bebés a vacunar. La mayoría prefería ver a un curandero tradicional.
Guinea es uno de los 20 peores países del mundo para ser madre, según la organización Save the Childre. Uno de cada 10 niños muere antes de cumplir 5 años.
Esta era una batalla que los profesionales de la salud decían que estaban ganando, hasta que llegó el ébola y la gente perdió la confianza en el sistema de salud.
Además de madres que mueren en sus casas, los médicos han visto brotes de polio y sarampión porque los niños no están siendo vacunados, me dijo el doctor Ibrahim Cisse, especialista de salud de Unicef.
A pesar de que Guinea ha sido declarado libre de transmisión de ébola, las consecuencias de la epidemia durarán años.
De regreso a la aldea de Kalemodiagbe, Soumah mira a las otras nuevas madres alimentando a sus bebés. Si hubiera sobrevivido su bebé tendrá la misma edad.
Le planteé la pregunta más difícil: ¿Qué crees que hubiera ocurrido si hubieras visto a un médico? “Durante el embarazo el bebé se movía mucho, así que pienso que si hubiera ido al hospital para el nacimiento, hubiera sobrevivido”.